En medio de la crisis por la pandemia del Coronavirus, que parece una profecía apocalíptica, un desastre ocurrió en la Cárcel Modelo de Bogotá. Tras una protesta, motivada por el hacinamiento al que son sometidos los reclusos, la situación se salió de control. Hubo violencia, sangre y fuego. Las cifras hablan por sí solas de la tragedia que ocurrió en la cárcel; 23 muertos y 83 heridos. Los hechos ocurrieron durante la noche del pasado 21 de marzo, cuando la ciudad se disponía a entrar en cuarentena obligatoria para evitar aglomeraciones y frenar el avance del virus que en Latinoamérica apenas está llegando. Sin embargo, el aislamiento no es precisamente una medida que los presos puedan adoptar.
Bastante paradójico que en medio de esta situación, que vio en la Modelo su peor estallido pero que ocurre en todas las cárceles del país, haya reclusos que gozan de aislamiento total estando sanos y salvos frente a la pandemia. Es como si la seguridad de estos estuviera muy por encima de los reclusos que, como sucedió en la Modelo, estaban expuestos de la peor manera al Coronavirus. Un ejemplo con nombre y rostro concreto es Andrés Felipe Arias, quien se encuentra resguardado en el Cantón Norte luego de haber sido extraditado a Colombia el pasado 12 de julio.
Andrés Felipe Arias goza de privilegios que un recluso normal no tiene. El ex ministro, quien paga una condena de 17 años por el millonario desfalco a las finanzas públicas de Agro Ingreso Seguro, se encuentra en una casa fiscal la cual comparte con otra persona y nadie más. Tiene espacio y tiempo suficiente para dedicarse a la lectura y estar cómodo. Durante ese tiempo la única entrevista que ha dado fue a la periodista Salud Hernández Mora, cuya tendencia derechista es ampliamente conocida. Por lo demás, Arias ha permanecido bastante aislado hasta de la prensa. Por tal razón no es mucho lo que se sabe sobre sus privilegios.
Naturalmente que no le deseo al ex ministro ser portador del Coronavirus, como tampoco se lo deseo a ninguno de los reclusos de la Modelo, ni de ninguna cárcel en Colombia. Aquí lo verdaderamente lamentable es que en este país hasta para estar en la cárcel ayuda tener palancas y ser amigo de políticos. Ojalá que el Coronavirus, que es un virus que no respeta ni estrato, ni apellido, ni posición social, nos deje grandes lecciones. Todavía tenemos mucho por aprender.