Yopal estrena el parque La Iguana

Yopal estrena el parque La Iguana

Entre la Policía Nacional y el Gobierno se recuperó el parque La Iguana. De esta manera, los yopaleños piden que se proclame Parque Natural

Por: Juan Carlos Niño Niño
marzo 24, 2020
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Yopal estrena el parque La Iguana
Foto: Portal Único del Estado Colombiano

Estaba terminando una columna para destacar uno de los primeros aciertos del entrante Alcalde de Yopal, Luis Eduardo Castro, como ha sido recuperar y “restaurar” el Parque la Iguana a orillas de río Cravo Sur, cuando me encuentro con la fatídica noticia que extranjeros y habitantes de la calle supuestamente habían iniciado el incendio de diez hectáreas de nuestro parque, lo que nos sumió en la tristeza más grande, cuando una ilusión de tantos y tantos años, en parte la vimos estropeada por un acto tan inmisericorde y criminal, en caso de comprobarse que efectivamente fue un acto deliberado para impedir tan loable proyecto.

El antepasado fin de semana, recorrí con mi señora madre Adelfa Niño, los bellísimos parajes del Parque la Iguana -que ha sido intervenido  en el último año por la Policía Nacional, Secretaría de Gobierno de Yopal, Personería Municipal y Migración Colombia, en donde se desalojó a extranjeros y habitantes de la calle- para dar paso a una de las propuestas mas ambiciosas del Alcalde Luis Eduardo Castro, en el sentido rescatar, preservar y posicionar a este parque como un atractivo turístico ambiental, cultural y recreativo en el escenario nacional e internacional.

Una conmovedora frase de  mi madre describió de manera exacta lo que significa par nosotros la “Restauración del Parque La Iguana”, cuando la llevé a recorrer ese trabajo conjunto liderado por el Alcalde de Yopal, Luis Eduardo Castro, en donde se ha convertido en todo un ícono una foto en la que el burgomaestre saluda con una amplia sonrisa semisumergido con los brazos arriba en el río Cravo Sur, que nos animó a regresar al río, preparar el piquete y “zambullirnos” de nuevo como en los viejos tiempos, cuando adquirimos una inédita y auténtica idiosincrasia que se embriagó con la fría brisa del piedemonte, el ruido constante del exótico río Cravo Sur y el exquisito olor del acacio húmedo.

Con un tanto de fatiga al terminar el recorrido -acompañados también por Martha Aldana, Gonzalo Riveros, Natalia Corredor y Rafael Ballesteros- mi madre me dijo sin ninguna duda que se sentía en el antiguo Yopal, al presenciar ese frondoso paisaje con yopos, palmas, mangos, acacios, que parecían saludarnos cuando una brisa los mecía lentamente, sin pasar inadvertida la gigante escultura de una iguana, los pequeños puentes de guadua, los estrechos caminos y las escaleras de la bajada al entrar -ambos empedrados- como también el ahora tímido murmullo del río y la nostálgica pero trascendental vista a lo lejos, en donde dos cerros se unen en la base y al desprenderse conforman un maravilloso triángulo, convirtiéndose en una figura que durante toda la vida reafirmó nuestra identidad y sentido de pertenencia con la población de los yopos.

Pero lo que más nos llamó la atención fue el entusiasmo de las familias al entrar al parque, como si Dios les hubiera devuelto ese extraordinario privilegio de “ir al río” -arrebatado durante varios años por extranjeros, drogadictos y habitantes de la calle- con la plena libertad de caminar, correr, cantar, soñar, sin sentir el menor asumo de duda o temor ante cualquier peligro, y casi que contando los pasos para aproximarse al paso del río, que por la deforestación infortunadamente se ha ido reduciendo y desplazando hacia el costado norte, lo que no impide la delicia de sumergirse y hasta volver a sacar esos gigantes flotadores negros de aquellos camiones que traían la cerveza Bavaria de Boyacá  a Yopal.

Un singular personaje -el valiente y honesto Intendent(r) de la Policía Nelson Cristiano Espitia- se acercó en el recorrido para contarnos cómo ha defendido el Parque del asedio constante de sus antiguos moradores, presintiendo que la buena fe y el esfuerzo de este Robin Hood contemporáneo, no sería suficiente ante intereses oscuros que quieren recuperar a toda costa su antiguo santuario ilegal, pero que definitivamente la acción de las autoridades -liderada por el Alcalde Luis Eduardo Castro- más una acción conjunta de los ciudadanos, será más fuerte para que este parque finalmente se convierta en un escenario deportivo, recreativo y cultural, que se sume a ese esfuerzo de convertir a la capital y al Departamento en un reconocido destino comercial y turístico.

La idea es convertir además el parque en un escenario para presenciar eventos deportivos -se cuenta con una cancha de arena a la que se le puede dar múltiples usos-, con una pequeña pero bien concebida actividad comercial, en donde los visitantes tengan acceso a alusivas artesanías y una aceptable diversidad gastronómica -como es el caso de mi amigo y líder social Pedro Pereira, quien los domingos prepara en el Parque exquisitos y variados platos de carne- pero eso si con todos los requerimientos administrativos, técnicos y ambientales que se deben exigir para tal fin.

Y pensándolo bien el incendio -aparentemente provocado- se debe convertir en una invaluable oportunidad para seguir avanzando, sin desfallecer, sin permitir que este tipo de amedrentamiento nos debilite, sino que al contrario se aúnen esfuerzos no solo para “rescatar” esas diez hectáreas incendiadas, sino para mejorar cada día las condiciones del Parque, que a la vez refuerce nuestra identidad y sentido de pertenencia con la población del piedemonte.

Un primer paso para defender la integridad de nuestro parque, es iniciar la gestión para que sea declarado Parque Natural, teniendo en cuenta que Parques Nacionales Naturales de Colombia "establece que es una  área en donde el ecosistema no ha sido “alterado sustancialmente” y las “especies vegetales de animales, complejos geomorfológicos y manifestaciones históricas o culturales tienen valor científico, educativo, estético y recreativo Nacional”, y sin duda el Parque La iguana se ajusta a cada uno de estos requerimientos, aún más cuando se encuentra enclavado en la Cuenca del Río Cravo Sur. ¡Manos a las obras!

Coletilla: Quiero expresar mi sentimiento de gratitud con cada uno de mis amigos, compañeros de trabajo y fieles lectores, quienes se solidarizaron con el momentáneo quebranto de salud de mi madre -quien ahora se encuentra en perfectas condiciones- y posteriormente con la dolorosa partida de su hermana, mi entrañable y por siempre Tia Edna, quien al visitar tres veces la capital departamental, se convirtió ante sus amigas de Sogamoso y Bogotá, en la más férrea defensora y admiradora de Yopal.

Sin duda, una de las semanas más difíciles de mi vida.

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