Es momento de que la frase: “…que vivan los campesinos y que los dejen vivir, que el campo sin campesinos existe sin existir”, popularizada por el carranguero mayor, Jorge Velosa, sea tomada con la misma seriedad que el COVID – 19.
Tal vez el egoísmo de los que tenemos más posibilidades nos aparta de la dura realidad que se vive en la Colombia rural. A veces se nos olvida que el campo está envejeciendo y que las personas más olvidadas y vulnerables del país son los encargados de que millones de colombianos tengan qué comer en su mesa.
¡Oiga usted IRRESPONSABLE que se fue de paseo! Le envían un mensaje desde el campo. #LaRebeliónDeLosCaseros pic.twitter.com/EXapJG8vvR
— Camilo Prieto (@CamiloPrietoVal) March 20, 2020
A muchos les cuesta entender esto, sobre todo al sector burocrático el cual parece desconocer que los campesinos nos subsidian a todos pues, al producir alimentos a precios bajos, se permite que la mano de obra sea barata y el sistema no colapse debido a las débiles políticas económicas a las que estamos acostumbrados.
Lamentablemente no se quisieron seguir las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud la cual sugería que todos los países entraran en cuarentena inmediata, no se quisieron cerrar las fronteras y se permitió el libre tránsito de viajeros por todo el país, subestimando los errores que cometió Europa. En este momento, la seguridad alimentaria está amenazada, pues nuestros campesinos, las personas más pobres en Colombia, se encuentran en peligro. La llegada del coronavirus a las zonas rurales ya es una realidad.
¿Qué pasaría si el Coronavirus llega al campo?
Para nadie es un secreto que el Sistema de Salud colombiano, de por sí ya precario en las ciudades, es insuficiente en los municipios. La población campesina cuenta con una infraestructura muy pobre, solo con consultas externas y medicina general; no cuentan con hospitales ni laboratorios para realizar pruebas de sangre, mucho menos con equipos de radiología, elementos indispensables para hacer un diagnóstico de la persona que presente síntomas. El COVID – 19, para las personas que viven en el campo ¡es terrible!
Al hacerse imposible el diagnóstico, no hay opción de tratarlo, por ende, la mortalidad sería fulminante. Se pudo evitar, eso está claro. Las personas pudieron haber acatado las recomendaciones y se hubiera podido mantener al campo apartado del virus. Pero fuimos inconscientes, no nos abstuvimos de salir de las ciudades, preferimos arriesgar la vida de las personas que viven en pueblos en los que, sin siquiera tener medicamentos, solo existe la imposibilidad de salir vivo del virus.
¡No que se qué lenguaje usar! ¡CARAJO QUÉDENSE EN SU CASA! ¿Cómo suponen que se va a atender la pandemia en el campo? ¿Cómo hacemos para que COLOMBIA ENTIENDA QUE SI SE SIGUE EXTENDIENDO EN EL CAMPO NOS JODEMOS TODOS? #LaRebeliónDeLosCaseros pic.twitter.com/tgMPd1fXpE
— Camilo Prieto (@CamiloPrietoVal) March 21, 2020
En estos momentos, en Colombia hay 145 casos confirmados de contagio. El campo se ve amenazado en los municipios de Subachoque, cuya relación de contagio es una persona que llegó desde España y se detectó el 15 de marzo, también en Cajicá, caso detectado el día 18 de marzo y en Anapoima, detectado hoy 20 de marzo.
¿Qué le queda al campo?
Al campo aún le quedan los campesinos, esas figuras cansadas a las que nunca les falta una sonrisa y las ganas de trabajar, los mismos que se visten con su mejor traje para ir a la misa los domingos, los que encomiendan todos sus días a la cruz que reposa sobre la cama de la que se levantan para salir y alimentar los sueños de un país que siempre les da la espalda.
Mi desprecio para quienes irresponsablemente se han ido a poblaciones para “escapar” del encierro... Ellos estaban allá tranquilos, lejos de este caos y ustedes serán los culpables de llevar un posible virus para destruirles la vida! Así de simple
— MÓNICA RODRÍGUEZ (@MONYRODRIGUEZOF) March 20, 2020
Sin embargo, a los campesinos no les queda sino el Ave María de siempre, la señal del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo que ya no les puede prometer vida sino un descanso eterno, y un país lleno de espectadores que observan, tal vez, cómo la ruana cobra un nuevo sentido al ser el último atuendo de las víctimas que no dejamos vivir y que ahora existen sin existir.
*Jorge Caargo escribió este artículo en el portal Soy Campesino. Este es el enlace original: https://soycampesino.org/2020/03/21/riesgo-de-campesinos-colombianos-por-coronavirus/?fbclid=IwAR3_xnMXj5nVnuPIl9eauS4d2nnDRGWms37ivDnKRbbgUoGbzInwrcB--vw