Durante los últimos días, el rumor de la llegada del monstruo americano de los supermercados, al país, ha tomado más fuerza que nunca. Tras varios intentos, desafortunados, de acceder al mercado colombiano a través de la compra de Carrefour, parece ser que la multinacional de Sam Walton, esta a un par de firmas de obtener su espacio entre las cadenas de supermercados en Colombia con la ayuda de un nuevo socio comercial.
Wal-Mart, para quienes no lo saben, es un imperio del comercio mundial que cuenta con más de 11 mil tiendas alrededor del mundo. La compañía, a finales del año anterior, terminó con una de las chequeras más envidiadas del planeta. 7.330 millones de dólares es la suma que, a diciembre de 2013, esta en las arcas de la multinacional. En el contexto de nuestros vecinos, podemos ver como en pocos años se convirtió en el líder del sector en México, generando caos y despidos masivos tras las quiebras de otras compañías. De allí, su ambicioso plan de copar América Latina con sus locales gigantescos. Por supuesto, para algunos compatriotas es motivo de alegría la llegada de la franquicia a ciudades como Bogotá, Medellín o Cali. Para mí, es motivo de molestia absurda ver como le abrimos la puerta del país a una bestia como estas y, además, celebramos que vengan a llenar sus bolsillos con nuestros billetes.
Quienes alguna vez hemos entrado a un local de estos, en cualquier parte del mundo, sabemos, o al menos tenemos una remota idea de como funciona el sistema de la multinacional. Empezando por el lema de la compañía 'Save money, live better' (Ahorras dinero, vives mejor), no hay que tener un doctorado en economía para prever que la estrategia, de la cadena gringa, es empezar una auténtica guerra del centavo en nuestro país. Este coloso de los billetes verdes, afectará gravemente la economía de millones de colombianos; esos mismos que hace meses 'apoyamos' durante el Paro Nacional Agrario. El 'producto colombiano' será cada vez más escaso en las neveras y gabinetes del país.
Por otra parte (y lo digo teniendo amigos que trabajan en la compañía), las políticas laborales de la empresa son una invitación a la desconfianza, constante, entre empleados e inclusive hacia los clientes. Por ejemplo, cuentan con una línea de denuncia anónima para aquel empleado que haga mal su trabajo. En lugar de generar 'amor' por la compañía, quienes están alistando sus currículos para entrar a Wal-Mart, van a encontrar un imperio de miedo y desconfianza. Por otra parte, este gigante del mercadeo es uno de los abanderados de la prohibición de vínculos sentimentales entre sus empleados en todo el mundo. Para los genios del supermercado, entonces, sería gravísimo y causal de despido si Camila (la cajera) se llega a enamorar de Pedro (el de bodega) ¿No creen que, aunque ya existe en el país esta política laboral en otras empresas, yo tengo la libertad de enamorarme de quién quiera? Si esto no afecta mi desempeño laboral, tranquilamente, puedo estar enamorado de Luciana (la hermosa rubia que escribe a mi lado sobre política nacional, en el diario donde trabajo), por ejemplo.
Por otra parte, en un Estado tan débil como el nuestro, una de las políticas de contratación de estos genios sería un total éxito en nuestro desangrado país. Quienes están en las puertas de los locales de estos comercios, en la mayoría de países del mundo, son personas de la tercera edad. Muchos de ustedes dirán 'excelente, le darán trabajo a los ancianos'; pues aunque sea cierto creo que sería excelentísimo si luchamos, juntos, para que el Estado proteja a esa población en vez de buscarles un empleo a sus 70 años ¿No creen? Perdón si les parece muy iluso de mi parte, lo que pasa es que creo en la justicia y respeto hacia las personas que han trabajado más de 25, 30 o 40 años.
Otro punto, importante, es tener claro lo que mencioné anteriormente: La guerra del centavo. Wal-Mart tiene tanto éxito en el mundo porque realiza una práctica (conocida como 'Dumping' en términos económicos) que busca tener precios excesivamente bajos, llamando la atención del cliente, pero destrozando a los proveedores quienes terminan perdiendo su ganancia y a las otras compañías que, en muchos casos, llegan a la quiebra pues ellos buscan monopolizar el mercado. Algo que, al menos para mí, es una locura pues los empleos que daría esta empresa en el país serían pocos en comparación con los despidos que habría en otras.
¿Y que hacemos para detenerlo?. En Alemania, por ejemplo, Wal-Mart no tuvo el éxito que se esperaba tras una consciencia general del ciudadano de la 4ta economía más fuerte del mundo. Como sociedad, el pueblo alemán demostró su envergadura y gallardía, y tras ver las dimensiones sociales del problema decidieron no comprar más en estas tiendas lo que terminó sacando del país al imperio gringo. Aunque la realidad de Alemania y la de Colombia es muy distinta podemos ver como algunos países logran primar el bien común antes del particular. Si llega a entrar Wal-Mart al país y ustedes van a comprar allá, me gustaría que primero pensaran en los campesinos que van a terminar en la miseria, en los empleados con terrible clima laboral y en las billetera que sólo unos cuantos van a tener llenas mientras que las de millones siguen vacías.
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