Coronavirus: confiar en las autoridades
Opinión

Coronavirus: confiar en las autoridades

La más democrática de las pandemias es un desafío descomunal, para el que nada es más contraproducente que los palos en la rueda a las decisiones de las autoridades

Por:
marzo 16, 2020
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El covid-19 es una manifestación democrática casi pura: la pandemia no distingue orientaciones políticas ni religiosas, ni se detiene ante el estatus social y económico de las víctimas. Parece, sí, que la gente mayor es más vulnerable.

No es claro si hay algún tipo de preferencia por el invierno. El frío de Wuhan y el calor australiano por esta época han dado paso libre al virus, de manera que pareciera que también aplica la democracia estacional.

Democracia total: las esposas del primer ministro canadiense y del presidente español, ministros en España y Reino Unido, consejeros presidenciales, el actor Tom Hanks y su cónyuge, el entrenador del Arsenal, jugadores profesionales de fútbol y de básquet, hacen parte de las lista de individuos que marcaron positivo en los tests del covid-19, unos 150.000 hasta el domingo en la noche. El riesgo es universal.

Algunos políticos de oposición criollos han procurado aprovechar la oportunidad, bien minimizando la pertinencia de las decisiones de los gobiernos nacional y locales frente a la pandemia, o bien advirtiéndoles acerca del fracaso con el consabido “yo lo dije..., yo lo advertí...”, introduciendo cizaña y augurando la catástrofe. El oportunismo se ha dado a escala planetaria. Difícil esperar algo diferente en tiempos del populismo que sobrevive a costa de separar y dividir.

No faltan, en el ámbito del cuidado de las almas, los pastores que claman a sus ovejas que no dejen de ir a la iglesia, pues según un trino que hizo carrera en estos días, de parte de alguno de ellos, “el virus cometió un error y fue tocar la iglesia, por eso está sentenciado a extinguirse antes de 30 días ¡Se va y no tocará a ningún hijo de Dios!“

Por fortuna, el papa Francisco, dando ejemplo, ha sido sensato apelando a las tecnologías digitales para comunicarse con sus fieles, evitando el contagio seguro y masivo en San Pedro.

Tambiėn hay otros, desde el altar de los gobiernos, que hacen alarde de la impecabilidad de sus decisiones. El torpe Trump, con su falta de diligencia y el ego siempre en las nubes, contribuyó a poner las bolsas de valores más importantes del mundo en brazos del pánico, tras una intervención que el pueblo norteamericano no merecía. El daño ya está hecho y es probable que su propia campaña presidencial se perjudique, amén del ascenso de Biden en las toldas demócratas.

Las autoridades colombianas han actuado, en general, de forma rápida y pertinente.

El desafío es descomunal y nada más contraproducente que los palos en la rueda a las decisiones de las autoridades públicas en esta etapa crítica, de cuya gestión dependerá que los colombianos podamos enfrentar, de la mejor manera, lo que pudiéramos llamar la parte sanitaria del problema.

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Una clave: cuidarnos a nosotros mismos para proteger a los demás

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Las medidas de mandatarios como la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, y de muchos otros en todo el país; la declaratoria del estado de emergencia sanitaria de parte del presidente Duque y las medidas del ICBF, son acertadas y oportunas. Deben contar con el respaldo incondicional, traducido en que todos sigamos las orientaciones de presidencia y las alcaldías. Una clave: cuidarnos a nosotros mismos para proteger a los demás.

Más allá del contagio mismo, el impacto económico será brutal para la sociedad en su conjunto, aunque los más pobres serán los más damnificados.

El cierre temporal de los colegios, por ejemplo, es una decisión necesaria (también tomada en otras latitudes), aunque incompleta en países como Colombia. Son muchos los padres de familia, las madres cabezas de hogar, que no tienen con quién dejar sus hijos, particularmente los más pequeños. Algún tipo de mecanismo, incluyendo la comprensión patronal, serán necesarios para no generar dramáticos desenlaces en la percepción de ingresos. De ahí la necesidad de solidaridad de parte de empresarios, especialmente medianos y grandes hacia sus trabajadores, estén o no en su nómina.

¿Qué paracaídas se podrá ofrecer a centenares de miles de pequeñas empresas de servicios, restaurantes, turísticas, de transporte, paralizadas por la necesidad de parar los encuentros públicos?

La solidaridad es una necesidad y, más allá de las medidas sanitaras, es la oportunidad de desplegarla.

 

 

 

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