El Coronavirus no es ningún cuento chino

El Coronavirus no es ningún cuento chino

En todo el mundo se ha realizado una campaña del terror por el Coronavirus, dejando de lado temas importantes como crisis económicas o movilizaciones sociales

Por: RICARDO VILLA
marzo 16, 2020
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El Coronavirus no es ningún cuento chino
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Hace un par de días, mi esposa había salido de viaje, por lo que decidí acompañar a mi hijo a dormir en su cuarto. Saqué la cama gaveta, esperé que lo venciera el sueño, mientras le leía El Principito. Al rato lo escuché hablar dormido, como que tenía una pesadilla, decía: "Todos pónganse tapabocas, pónganse los tapabocas". El coronavirus no es cuento chino, hasta a eso hemos llegado, al influenciar el miedo en todas las edades y capas sociales. Las pandemias de cada década, son la fase superior del miedo. Se tornan como una paranoia colectiva, la gente pierde hasta el sentido del humor, no se pueden echar chistes como este meme que vi por ahí: “El señor es mi Pasteur, nada me contagiará” o en la costa Caribe que le dicen al COVID-19: “el abrazo del Ñeñe”; más bien, hemos entrado en una especie de trance de pánico colectivo frente a cualquier riesgo, como se evidencia en Italia, que paró como país, hasta vi que las páginas y servicios de TV por suscripción de pague por ver, han liberado de manera gratuita el acceso a sus contenidos ─algunos solo para adultos─, para que la gente tenga algo que hacer en su escampada de cuarentena y en algunos países europeos proponen subsidios, tacada a dos bandas, para el retorno de los inmigrantes a su país de origen.

La pandemia del Coronavirus, que no es un cuento chino, ha servido para todo: para “coronar” la mejor cortina de humo que posibilite tapar bocas frente a escándalos de fraudes electorales, de hechos de corrupción, para esconder crisis económicas y políticas, hasta para evitar la movilización social y entorpecer el derecho de reunión; para alimentar brotes de xenofobia; para aplazar eventos, cerrar aeropuertos y parques temáticos, televisar certámenes deportivos a puerta cerrada; para declarar emergencias sanitarias que pongan el tema, casi con paranoia, hasta en las cocinas de las casas o en la mente fantástica de los niños; para aumentar el consumismo de productos altamente contaminantes ─¿Alguien se ha preguntado cuánto demora en degradarse un tapabocas o los recipientes de plástico, muchos de un solo uso, del famoso gel anti bacterial?─ y mientras tanto en Ciudad Gótica, se caen las bolsas de valores, en Colombia, de golpe el dólar se disparó, ya supera los 4000 pesos, lo que pone a saltar en un solo pie a los exportadores pero a agachar la cabeza a quienes le llegan los extractos bancarios de los créditos internacionales o analizan la pérdida del poder adquisitivo frente a la depreciación de la moneda y el aumento exorbitante de la deuda externa, o, más bien, la deuda eterna.

Así como la pandemia, ha coadyuvado a desviar la atención sobre incómodos asuntos, también ha afectado sectores productivos como el turismo, además de visibilizado dilemas actuales de la humanidad, como, por ejemplo, la imposibilidad de la gente que se desempeña en la informalidad o a destajo para parar o entrar en cuarentena o dejar de usar el transporte público masivo ─Si no trabajan, así sea un trabajo precario, no comen─; los límites al equilibrio informativo o a la libertad de expresión; la falta de controles para el ingreso de personas y de productos con alto riesgo de traer infecciones al país; los graves problemas del sistema de salud público para atender esta contingencia o el riesgo al que se ve sometida la gente. De igual manera se han puesto en debate preguntas como: ¿en qué se enfoca la investigación básica científica en salud? ¿Será más en lo estético, en los grandes negocios, que, en la prevención, que en preservar la especie humana?; ¿Qué es la justicia social? ¿Hacia dónde va dirigida la inversión social en salud? ¿Hacia mejorar la calidad de vida de la gente o a engrosar los bolsillos de las élites de la corrupción, independientemente de la orilla en que se miren?; ¿Frente a la pandemia del Coronavirus qué alternativa hay a la movilización social?; ¿Cuándo las corporaciones saquen del cuarto frío la vacuna de este virus, quién pagará el pánico económico y el daño moral?

La promoción y prevención en salud pública, debe llevar a que la gente acepte y ponga en práctica las recomendaciones y medidas. Además, a que la mayoría se cuide en sus casas con todas las precauciones, para que el sistema de salud no colapse o se oriente a atender los casos letales, así como se evite la propagación del virus. También, es clave que, desde la institucionalidad, se controlen las noticias falsas y rumores que distraen la atención sobre el real problema, al final de cuentas que sería encontrar el antídoto, evitar la pandemia y atender a los contagiados, con los tratamientos adecuados. Ojalá podamos como sociedad salir de esta crisis, fortalecidos en la justicia social en salud, para que se pueda hacer de todo, sin tapabocas, hasta votar, de manera libre, por la alternativa de sus preferencias.

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