Cotidianos se han convertido los "incidentes" en el sistema metro de la ciudad de Medellín, constantemente individuos se lanzan al pasar del vehículo, con la firme intención de terminar con sus vidas, la mayoría de estos, logrando su cometido y otros cuantos quedando con lesiones de por vida.
Es clara la necesidad de atención en salud mental en la ciudad y en el país, a pesar de las desacertadas declaraciones de algunos miembros del gobierno respecto a los profesionales en psicología, al parecer desconociendo la realidad del país.
Sin embargo, la necesidad de un mayor esfuerzo en la atención en salud mental y formación de estos profesionales no sólo se hace evidente ante el aumento de los casos de suicidio en la ciudad sino más aún en la actitud que tiene el resto de la población ante estos sucesos.
El sentido y el valor de la vida del prójimo se ha deteriorado tanto que en el momento en que la circulación del metro se ve obligada a detenerse ante un caso de suicidio, no demoran en aparecer tanto en redes sociales como entre las conversaciones de los transeúntes, comentarios que indican que al parecer quien yace bajo los rieles del sistema no estaba tan enfermo como aquellos que a su alrededor siguen respirando.
"¿Porque no se matan en otro lado?" "Eso es no más para que los vean" "Deberían tirarse en otro lado y pensar en los que tenemos que ir a trabajar" "Que vicio que cogieron de jodernos el día" "Tienen la vida arruinada y buscan arruinarla a los demás" Son algunos de los comentarios que se esparcen por toda la ciudad ante estos eventos y que dejan mucho que pensar... ¿En realidad es más importante el llegar a tiempo a un trabajo, posiblemente de obrero con un sueldo miserable, que la vida de alguien más? ¿Acaso nos hemos convertido en unos esclavos y jefes tan descerebrados y sin sentido, que no podemos comprender siquiera que lo que ha sucedido y que nos ha retrasado por un momento, no es cualquier cosa?
Cuando se pierde el valor de la existencia de nuestros congéneres y más aún la propia, absorbida por una adiestramiento laboral que los obliga a pensar sólo en llenarse el bolsillo con 4 monedas mensuales y no en el dolor o el sufrimiento de los demás ¿Podemos seguir llamándonos a sí mismos civilizados? ¿Este es el progreso del que tanto se habla?
Debe ponerse en la mesa de los gobernantes el tema cuanto antes y empezar a hacer consciente a la población que la calidad de vida no se mide por lo que se gana o se tiene, sino por lo que se vive. Al final aquellas personas que, sumidas en la depresión, deciden terminar con su vida no están más muertos que aquellos que aún respirando no conocen el verdadero valor de la existencia.