Dejemos claro que cuando digo “sin estudiarlo” me refiero a pagar un curso, libros de gramática y pasar horas enteras en un salón de clase. Por lo demás, aprender un idioma implica tiempo, dedicación y, especialmente, muchas ganas. De igual manera, hablar un idioma no es dominarlo. Lo que digo aquí no le apunta a hablarlo como nativo, pero sí sirve para llegar a un nivel intermedio y quedar con una muy buena base que posteriormente permitiría llegar a avanzado.
A principios del año pasado tuve ganas de aprender francés. Se me dio por empezar practicando con Duolingo en el celular. Y poco a poco, sin darme cuenta, empecé a crear todo un método de estudio que a los pocos meses ya me permitía conversar en francés. A continuación, algunos consejos para quien quiera hacer lo mismo.
Apréndalo por gusto: Estudiar un idioma es una decisión que debe estar motivada principalmente por el placer. Si quiere aprenderlo porque piensa que le van a pagar mejor, que lo van a ascender o que va a conseguir trabajo más fácil, no lo haga. En Colombia es muy poco lo que se valora la preparación profesional y es probable que eso nunca ocurra. Además, si no disfruta estudiar ese idioma lo va a aprender muy lento o no lo va a aprender nunca.
Empezar con Duolingo: Se trata de una aplicación gratuita para aprender idiomas. Es ideal para aterrizar en un idioma del que no se sabe ni una palabra. Por medio de ejercicios de gramática y traducciones el usuario empieza a ganar vocabulario. Después de un tiempo, cuando ya se tiene un banco básico de vocabulario, es posible pasar a ver vídeos o leer textos y seguir enriqueciéndolo. Además, Duolingo, por su metodología, asegura al usuario que cada día va a estudiar por lo menos unos minutos. Así el idioma hace presencia en la rutina.
Equivocarse: Para aprender un idioma hay que equivocarse, y equivocarse muchísimo. Por lo tanto, entre más pronto empiece a equivocarse, mejor. Los expertos recomiendan hablarlo desde el primer día, así se hable mal. Después habrá tiempo para corregir esos errores y hablarlo bien. Hay gente que espera hasta tener claras reglas de gramática antes de lanzarse a conversar. Eso es lo peor que se puede hacer. Ni siquiera uno mismo con su propio idioma empieza hablándolo bien desde el principio.
Escucharlo, así no se entienda: Si los bebés gastan más de un año solo escuchando un idioma antes de hablarlo, tiene todo el sentido del mundo escuchar hasta el cansancio así no se entienda nada. Escuchar un nuevo idioma ayuda a ir familiarizándose con su sonoridad. Además, cuando se tiene el banco de vocabulario que mencioné antes, y se empiezan a reconocer, éstas se van memorizando con más fuerza. La escucha del idioma debe hacerse todos los días porque refuerza los otros procesos de aprendizaje. En mi caso lo he hecho escuchando podcasts desde el celular mientras voy hacia el trabajo o caminando por la calle.
No dejarle todo a un curso: Matricularse en un curso no significa que el aprendizaje deje de ser autónomo. Pretender que un curso de pocas horas a la semana va a enseñarle un idioma es absurdo. Es decir, el curso debe ser entendido como una forma de obligarse a estudiar. Pero hay que tener claro que la mayor parte del aprendizaje del idioma debe darse por fuera de clase y por cuenta de uno mismo.
Encontrar la forma más cómoda de estudiar: El estudio es asociado al aburrimiento. Eso ocurre porque desde niños la mayor parte de lo que hemos estudiado han sido cosas que no nos interesan y por obligación. Sin embargo, estudiar un idioma no significa pasar horas frente a un libro haciendo ejercicios. Ver series de tv, películas, o hasta conocer gente en un bar también es estudiarlo. Cada quien tiene sus gustos. Es cosa de encontrar cuál es la manera más agradable de meter el idioma en el día a día.