Cuando Pablo Escobar duró año y medio en la Catedral, Juan Carlos Aguilar Gallego era el hombre que manejaba las esquinas de Medellín. Nada se movía sin su consentimiento. Le decían Tobías, Jerry, Sesenta y Carrochocao pero el apodo que lo haría tristemente sería el de El Mugre. Los viernes, en una esquina previamente acordada, el Mugre aparecía de la nada con una bolsa de basura llena de billetes. Allí le iba entregando uno a uno el sueldo a los muchachos que le sicareaban a Pablo Escobar.
Era, junto a Popeye, el Arete, Pinina y la Kika su guardia pretoriana, su guardaespaldas personal y se encargaba de asuntos delicados como el de secuestrar y después asesinar a Carlos Mauro Hoyos, entonces Procurador General de la Nación. Además él era el encargado de pagar por policía muerto, en los oscuros meses que Escobar ofrecía 1.000 dólares de la época por uniformado asesinado cuando Escobar, sediento de venganza por la muerte de su primo Guillermo Gaviria, le puso precio a las cabezas de los agentes de policía del país.
Pablo Escobar y su primo y contador Gustavo Gaviria se disfrazan de gansters de la época de la prohibición.
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Nació el 2 de octubre de 1950 en el municipio de La Estrella muy cerca a Medellín, de donde salieron cientos de muchachos convertidos en sicario por obra y gracia del poder corruptor de Escobar. Fue su hombre de confianza y uno de los primeros en entregarse poco después de que el capo desafiara al gobierno de César Gaviria escapándose de la Catedral. El 16 de octubre de 1992 Juan Carlos Aguilar Gallego se entregó a las autoridades y fue recluido en la cárcel de Itagui junto a otros siete sicarios de confianza de Escobar. Estos eran Jorge Eduardo Arango Tato, Roberto de Jesús Escobar Gaviria Osito, hermano de Pablo Escobar; John Jairo Velásquez Vásquez, Popeye; Otoniel González Franco Otto, Gustavo González Flórez Tabo y Luis Fernando Henao Giraldo, Misil, el combo de sicarios más temible que ha pasado por esta martirizada tierra, el grupo con el que Pablo Escobar sembró el terror en las ciudades más importantes del país.
Pablo Escobar junto a Pinina, su lugarteniente preferido. En puntería sólo podría ser superado por el Mugre.
No se había vuelto a saber nada de él hasta que en junio del 2017 la Selección Colombia de José Pékerman se preparaba para jugar el mundial de Rusia y jugaba con la selección española en Murcia. En el hotel donde se hospedaban los periodistas se filtró el rumor: El Mugre se había convertido en uno de los pastores más populares de Murcia. Aún seguía siendo abstemio y desde siempre, como la Kika, otro temible sicario, había sido un entregado lector de la biblia. Desde ese momento y, sobre todo, desde la muerte de Popeye, se le busca no sólo por ser uno de los últimos sicarios vivos de Pablo Escobar sino porque su relato podría esclarecer crímenes tan terribles como la bomba del avión de Avianca donde él habría estado involucrado. La búsqueda continúa.
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