Antes que nada, quiero aclarar que Aida Merlano es una delincuente. No importa si tiene más o menos pecados que cualquier otro político colombiano, es un personaje que tiene sus culpas y debería pagar por ellas. Mi propósito no es ni defenderla, ni mucho menos justificarla. Sin embargo, en la entrevista que le dio a Vicky Dávila hubo algo que me impresionó y que me sorprende que en los días posteriores no haya tenido ninguna trascendencia en la opinión pública. Me refiero a los detalles que dio Merlano sobre su relación sentimental con el empresario Julio Gerlein y la forma en que comenzó dicha relación.
La ex congresista prófuga dijo que dicha relación existe desde que ella tenía 16 años. Que en aquel momento Julio Gerlein casi que la obligaba a estar con él. Según dijo Aida, como gran parte de su familia trabajaba con él, Gerlein se valía de esto para exigir la compañía de la joven cada vez que le diera la gana. Básicamente, Aida Merlano, que por entonces era una adolescente, no tenía forma de decirle NO a las pretensiones del hombre. Fue así como con el paso de los años la relación extramatrimonial se normalizó. Era algo que en Barranquilla sabía todo el mundo; tanto la familia de ella como la esposa e hijos de él. Aida era la otra mujer de Julio Gerlein, además de su esposa Margarita Villa de Gerlein, prestigiosa dama de la sociedad local que de joven había sido reina del carnaval.
Lo que me parece impresentable en toda esta historia es que este hombre haya tenido tan fácil acceso a una niña de 16 años, 40 años menor que él. Aunque Aida Merlano posteriormente se haya convertido casi que en la segunda mujer de Julio Gerlein, y se haya beneficiado de la relación para dejar atrás el ambiente humilde en el que nació, lo que ocurrió con ella en su adolescencia hoy daría para que el empresario vaya directo a la cárcel.
Que un hombre poderoso de 56 años se meta con una niña de 16 es una aberración. Entendiendo que Aida Merlano vivió esto es comprensible su posterior carrera y forma de actuar. A lo mejor, si Julio Gerlein no la hubiera convertido en su segunda mujer desde tan temprana edad, otro hubiera sido su camino. En cierto modo, es como si Aida no hubiera tenido posibilidad de escoger algo diferente. Fueron, por lo menos, 24 años que pasó siendo la “querida” de un hombre mayor, casado y muy poderoso.
Cuando Vicky Dávila le preguntó si sus hijos eran de Julio Gerlein, ella simplemente evadió la pregunta y dijo que eran hijos de ella. Lo que se sabe del padre de sus hijos es que fue un taxista de apellido Manzaneda con quien tuvo un matrimonio tan fugaz como su espectacular fuga el pasado 1 de octubre. Después, tuvo un segundo matrimonio que tampoco duró mucho. Ciertamente, entendiendo que Gerlein estaba presente en su vida desde antes de ser siquiera una mujer, era difícil pretender que Aida Merlano pudiera tener un matrimonio estable.
El único enfermo en este caso no es Julio Gerlein, sino todos aquellos que fueron cómplices silenciosos de dicha relación; desde el padre de Aida, quien trabajaba con Gerlein desde antes que ella naciera, hasta la esposa e hijos del empresario. Lo peor del caso es que esta es una historia presente en infinidad de familias costeñas. La normalización de la segunda mujer del marido es algo que más de una dama de la alta sociedad costeña está dispuesta a tolerar con tal de seguir posando en las páginas sociales del periódico local en las fiestas del Country Club. En el caso Gerlein – Merlano, hay además una grave aberración sexual con menor de edad que debería ser motivo de repudio público. Sin embargo, como Aida Merlano no era una niña de la alta sociedad barranquillera, a nadie le importó y todo el mundo hizo como si nada. Después de todo, en Barranquilla es más importante el Carnaval que se viene este fin de semana.