Estimada señora Dávila,
Con el respeto que se merece quiero decirle que creo que lo ha entendido todo mal. El problema de su arrebato de ira frente al señor Nassar no es un simple error por cuenta de su humanidad (como usted asegura) y su carta de disculpa dista mucho de ser una para ser mas un memorial de agravios de todo lo que guardó y ahora le pesa.
Déjeme decirle primero, que como periodista, su posición no debería ser nunca la de condenar o alabar, usted no debería tomar partido porque esa no es su labor. Usted como persona puede tener todas las opiniones que quiera pero no deben permear su labor periodística.
Usted, como muchos periodistas nacionales y extranjeros, cree que el lector es un incompetente mental y político al que hay que darle la visión sesgada de los hechos porque consideran que el lector no es capaz de sacar sus propias conclusiones a partir de la información imparcial que se le suministre.
¿No cree usted que habla mucho de quien es usted como periodista que el vocero de la casa Nariño deba llevar munición contra usted para una entrevista?
Porque lamento decirle que el señor muy posiblemente no estaba pensando, como dice usted, en atacarla y acorralarla, pero si sabía que usted tiene un periodismo agresivo y que era usted quien iba a intentar ponerle la trampa para justificar su postura. Es muy bien sabido por todos que sus entrevistas son acorraladoras de su interlocutor. El señor, a quien no estoy defendiendo, sabía que no podía ir sin nada que le ayudara a develar su postura sesgada.
Y no justifico en nada lo del señor Nassar, quien ha debido manejarse a la altura de su cargo y aprender a responder bien bajo presión. Mucho le falta a él para estar bien parado en esta situación.
Pero esta carta va dirigida a usted, porque considero que tanto el altercado con el señor Nassar como su supuesta carta de disculpa son un fiasco y un insulto a todos nosotros los consumidores de información y periodismo.
Su carta no es mas que un ataque de nuevo al mismo Nassar, insultándolo y perdiendo toda compostura y toda disculpa real.
Pero además me deja un muy mal sabor en la boca que usted decida echar al agua a sus compañeros, con o sin nombre, porque a usted la atacaron. Déjeme decirle que ese comportamiento no debería perpetuarse mas allá de los 15 años de edad porque no tiene sentido. Uno debe responsabilizarse de sus actos y no justificar los de uno en los errores de los demás.
Quizás el problema es que usted lleva años viendo comportamientos irregulares que le dejaban una duda moral y ética y prefirió callarlos y ahora que el sistema se vuelve en contra suya entonces le pesa su consciencia y le aparece la ética perdida.
Me preocupa mucho que nuestros periodistas estén tan sesgados, que no tengan ni un ápice de remordimiento por creernos idiotas y por insultar a la gente que acepta sus entrevistas. Me preocupa que usted esté tan llena de miedo, de angustia, de moral y ética dudosas como para no entender donde está el problema.
Hágale un favor a la profesión que tanto dice querer y representar y mírese largo y tendido al espejo y cuando esté lista para asumir sus errores sola, sin empantanar a nadie y cuando esté dispuesta a hacer periodismo de verdad, del que no intenta creernos idiotas, ahí, vuelva y enfrente que esa nueva actitud, seguro la dejará mucho mejor parada.