Con el pasar del tiempo se agrava la situación de desempleo en el país para las personas de todas las edades, y lo peor de todo, es que no se vislumbra una solución posible a corto plazo. La promesa de estudiar como medio para alcanzar una mejor calidad de vida, es hoy una promesa rota. Sin dejar de lado la crisis de la educación que, desde hace tiempo, perdió su horizonte de formación humana para convertirse en un gran negocio.
La mayoría de jóvenes en edad productiva no tenemos ofertas laborales y seguramente muchos compartirán conmigo este sentimiento de desesperanza e inestabilidad, aún más profundo, cuando nos hemos preparado para contribuir en la construcción de una mejor sociedad.
Normalmente pasamos 6 años en educación primaria, otros 6 años en bachillerato y 5 años más de educación universitaria para graduarnos como profesionales, instancias en las que, como fue mi caso, me distinguí por ocupar siempre el primer puesto.
Por otra parte, la inversión en dinero que debe hacerse, ronda los $60.000.000 millones de pesos y hay que tener en cuenta que muchos como yo, hemos tenido que trabajar desde muy jóvenes para poder solventar los gastos de arriendo, servicios públicos, vestuario, alimentación, pasajes, matrículas, salidas de campo, libros y fotocopias, entre otros gastos que implican, el no contar con el apoyo familiar.
Antes de terminar mi carrera de Historia con énfasis en Patrimonio Histórico y Museología en la Universidad Autónoma de Colombia, tuve la fortuna de encontrar una vacante y vincularme al Ministerio de Cultura, donde pude desempeñarme en el Área de Investigación y Curaduría del Museo de la Independencia - Casa del Florero en Bogotá, entre los años 2014 y 2018, claro que desde los 15 años había incursionando en el campo de la literatura y el periodismo como parte de mi precoz curiosidad intelectual.
Luego, entre 2018 y 2019, hice parte del grupo de docentes de cátedra que dictamos el Diplomado en Museos, Educación y Diseño de Guiones en la Universidad Autónoma de Colombia, salario que a la fecha no hemos percibido, después de haber interpuesto diferentes recursos legales. Dicha circunstancia ha desencadenado en una serie de problemas que van desde la afectación económica hasta repercusiones morales.
En 2019, y dada mi experiencia en temas relacionados con la cultura y el patrimonio, puesto que no solamente me quedé con la formación universitaria, sino que paralelamente a mi trabajo y estudios formales, asistí e hice parte de un gran número de capacitaciones, cursos, congresos, seminarios y simposios, al alcance de mis posibilidades económicas.
En el mes de enero recibí la propuesta por parte de la Alcaldía Mayor de Tunja de ejercer la Secretaría Técnica y coordinar la organización del Congreso Internacional Bicentenario de la Independencia de Colombia 1819 - 2019, lo cual acepté con gusto. Y aunque el tipo de contratación era de prestación de servicios, no me importó porque siempre tuve el deseo de regresar y aportar mis conocimientos en la ciudad en la ciudad de la que soy orgullosamente oriundo.
Dejo a la su imaginación el reto que significó para mí organizar un evento de tales magnitudes en el tiempo récord de 6 meses, coordinando para tal objetivo los compromisos de la Alcaldía de Tunja como delegado y Secretario Técnico, la Gobernación de Boyacá, la Academia Boyacense de Historia, el Banco de la República, la Universidad de Pedagógica y Tecnológica de Colombia, la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, la Escuela Superior de Administración Pública, la Universidad Santo Tomás, La Universidad de Boyacá, la Universidad Antonio Nariño, la Universidad Juan de Castellanos y los aportes del SENA y las Fuerzas Armadas, pues ,pese a que el Comité Organizador venía reuniéndose asiduamente desde hacía dos años, poco habían avanzado a la hora de mi llegada.
Finalmente, el evento fue un éxito rotundo en la conmemoración de nuestro Bicentenario, contando con la participación de eminentes figuras a nivel nacional e internacional como el expresidente de la Corte Constitucional, José Gregorio Hernández; la exministra de Cultura, Paola Marcela Moreno; la ambientalista Brigitte Baptiste; la premio Nobel de paz, Rigoberta Menchú; el Sociólogo francés Daniel Pécaut y el filósofo mexicano José Guadalupe Gandarilla, entre otros, que dictaron conferencias en los diferentes escenarios a los que concurrió de manera tumultuosa la ciudadanía.
Concluí mis funciones el 1 de noviembre de ese año pasado 2019, y desde entonces, a pesar de la constante búsqueda laboral en varias instituciones, hoy cuatro meses después, la tarea ha sido desgastante e infructuosa y las facturas no dan espera.
Incluso, el pasado 3 de febrero de este año 2020, tomé la decisión desesperada de radicar una nota en las respectivas oficinas de correspondencia del Alcalde de Tunja y del Gobernador de Boyacá, a la cual anexé mi currículum, poniendo a su consideración mis servicios, formación y experiencia profesional para contribuir en la construcción de un territorio de verdaderas oportunidades, desafortunadamente y seguramente, como no hago parte de un grupo político, no he recibido respuesta.
Hago pública mi situación, ya que considero que es la situación que enfrentamos muchos profesionales en Colombia, que intentamos con mucho esfuerzo, aportar al desarrollo social y cultural de nuestros territorios, y solo recibimos el silencio y la indiferencia por parte del Estado.
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