No existía una mujer más deseada hace diez años que Maria Adelaida Puerta. Aunque los televidentes la adoraban. Su papel en Sin tetas no hay paraíso en la primera versión la catapultó a la fama. Al final de la década pasada ella no podía caminar por la calle sin que la detuvieran cada cinco metros a pedirle una foto o unaautógrafo. Caracol y RCN se desvivían por ofrecerle papeles. A todos les dijo que no porque todos apuntaban a revivir a su Perrys. Pero Maria Adelaida era mucho más que una cara y una figura espectacular. Su condena fue su belleza y, por eso, sintió que los dos canales nacionales no les importó explotar su talento sino su físico. En el 2015 Maria Adelaida se cansó de todo eso y estalló con esta declaración: “Me seguían ofreciendo papeles asociados al narcotráfico y siento que hice mi trilogía con esos personajes... estuve como prepago, sicaria y lavadora de dinero”. Por eso, en el mejor momento de su carrera, Puerta se fue del país. El periodismo de farándula dijo que había sido el peor error que podría cometer ¿cómo era posible que se fuera en su mejor momento?
Su destino fue México, el destino en donde tantos colombianos fracasan. Rebelde no se amilanó ante el reto: “Yo quería contar otras historias porque de verdad me gustan esos personajes que me muevan las entrañas y que me den ganas de hablar de eso”. Y por eso al principio fue difícil pero Maria Adelaida fue dejando atrás su alter ego, el personaje al que parecía estar condenada, la Perrys.
Reinventada en México como bailarina de danza, instructora de yoga y libretista,regresó a Colombia a hacer una película vanguardista hecha con celulares. No la verá mucha gente pero tendrá su sello, el de la artista que es no se doblega ante nada.