"El paro no debe ser nacional sino mundial"

"El paro no debe ser nacional sino mundial"

La lucha contra el hambre, el calentamiento global y la riqueza del mundo en muy pocas manos, debería ser la bandera de muchos lugares en el mundo

Por: Carlos Roberto Támara Gómez
febrero 14, 2020
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Foto: Leonel Cordero

Ahora que se hizo evidente la asistencia del gobierno colombiano a Davos para vender sin descaro el país al mejor postor como política oficial, viniendo con nada, solamente a nombrar ministros que le ayuden a darse el soporte político para aplicar lo que allá le obligan a hacer; es absolutamente claro y pertinente que debe haber una respuesta de defensa estratégica y geopolítica de similar calidad de parte del trabajo porque aquella fue del capital.

Pero dónde se puede realizar urgentemente esa reunión de compactación, y cuál es el carácter de las fuerzas internacionales del trabajo para concitar estrategias de defensa. Es indudable que puede realizarse en Bogotá, aunque sería mejor en París, o en Berlín, por cuestiones mediáticas internacionales; planeando y llevando a cabo un Foro Mundial de la Cacerola; es decir, con el sello de la participación de masas hambrientas y la perspectiva de género de la lucha femenina desde los hogares.

¡Que la vibración de las cacerolas haga temblar el mundo!

Es apenas evidente que el Foro Internacional de la Cacerola da el perfil para un debate amplio de por qué el mundo se estaría muriendo del hambre si persisten las políticas rentistas del capitalismo financierista y reaccionario. Esas mismas son las fuerzas de la contaminación que han subvertido la naturaleza revolucionaria del capitalismo.

Y no. No es para tumbar el capitalismo como quizás deseáramos. No. Es para luchar por la insurgencia y toma del poder de una nueva fase de burguesía revolucionaria que retome las banderas de un capitalismo inversionista que trabaje para construir riqueza real y no se la pase dedicado, tal como va, a destruir la tierra persistiendo en sus políticas neoliberales de sostenimiento del cambio climático como estrategia global para acabar con la vida en la tierra.

Y no. No es para instaurar la dictadura del proletariado. Es para instaurar, o siquiera oxigenar, una ola global de gobiernos democráticos que retrase la continuidad de su contraparte oligárquica, que gobierna para un churubito del 1%, en las otrora grandes democracias del mundo, léase Estados Unidos de América y la Europa populista de derecha, abriendo una opción para que la China y Rusia post comunistas se recuperen y sus pueblos se rediman.

Obviamente, así como está planteado se presta para enconados debates, una buena parte de ellos con estrategias divisionistas, pero la caída del campo socialista y el advenimiento de manera simultánea, a nivel global, de una ola de descrédito del capitalismo así lo aquilatan. Pero no se trata de rehuir ningún debate pues no pretendemos cobijarnos de alguna verdad incontrastable e imposible. Avanzar en medio de la diatriba, en medio de sablazos internos y externos, abriendo trocha para una nueva era de insurgencia global del trabajo, eso es lo que se impone. Luchar por la cacerola del desayuno podría ser una mínima consigna para oponerla a la opulenta cuchara de desayuno, almuerzo y cena, que tiene asegurada, aquel 1% de la reconcentrada oligarquía del mundo.

Entonces en ese Foro Mundial de la Cacerola podría tener asiento la burguesía revolucionaria, que la hay, y el trabajo creador de riqueza real. Esa es una alianza que se puede construir para vencer las fuerzas que propician el arraigamiento secular de una economía de energías fósiles que acaban con el mundo y acentúan sin vergüenza el Cambio Climático contra las energías buenas de la tierra.

Y es que si la burguesía sabe hacer la riqueza e instaura democracias reales, ese es un mundo por lo menos creíble y esperanzado.

Ahora bien, es absolutamente evidente, y no hay necesidad de demostrarlo, que si hay un Davos, debe haber un contraDavos. Ante un tsunami, un contratsunami. ¡Ni más faltaba! Es la oligarquía mundial la que está legitimando un furibundo ataque ante el cual se hace necesaria una defensa estratégica.  Es decir, parodiando y jugando con las palabras, debemos instaurar a nivel mundial Una Opera de las Tres Centavos al mejor estilo Bertold Brecht que se tome los escenarios del arte y mediáticos del mundo.

El Foro Mundial de la Cacerola tiene inmediatamente el encanto, el retintín y la eufonía, de llamar al mundo a un nuevo desayuno. Y esa es una buena noticia, acompañada del ruido y su música allende millones de hogares.

Y al Foro Mundial de la Cacerola podría invitarse al robot. Invitar al robot implica que el trabajo está apersonado de la necesidad de la insurgencia de nuevas relaciones de producción que, aminorando las entropías de los sistemas productivos, propicien una nueva oleada de inversiones y de tasas de ganancia rentables para los capitales y el trabajo del mundo. Si el robot significa una nueva ola de revolución tecnológica del mundo, seguramente el trabajo que resulte será un paso adelante en la comprensión del valor de uso, la inteligencia y solución de los problemas de la pobreza en el mundo.

Y es que ya casi en el robot está la Inteligencia Artificial a escala ampliada y ahí mismo se nos avecina la ventaja de la computación cuántica. ¡Y eso es revolucionario! Significa resolver mediante las técnicas la contradicción de la contradicción, es decir, la superación de la antítesis. Y el trabajo no puede ir contra la mejor inteligencia del mundo habiendo sido un heredero del artesano moderno que significó en su momento la mayor inteligencia laboral del mundo. La robótica es la artesanía digital del mundo.

Sí, hay que gritarlo y aceptarlo, todavía es el triunfo de la plusvalía; es irremediable; pero es que la concentración del1% oligárquico ha colocado de rehén a los otros capitalistas del mundo, incluso a su burguesía revolucionaria, encareciendo a través del rentismo y del capitalismo financierista, los costos del capital llevado a la inversión productiva. Esto es axiomático, no necesita demostración. Es más, es imperturbablemente contrastable a nivel mundial.

Si esto no fuera suficiente el holocausto de las fuerzas productivas y del capital que trae aparejado la persistencia asesina del Cambio Climático significa a nivel estratégico y global la persistencia de una enfermedad rentista que reconcentrará aquel 1% en un voraz 0,1% que también concentrará el poder sobre las armas nucleares de los mayores ejércitos del mundo. Y ahí será Troya.

No es cierto que estén acabando con la globalización. Lo que están es concentrando la globalización en cada vez más pocas manos. Davos es la guerra contra las burguesías progresistas y democráticas del mundo pues Davos es el enclave del capitalismo financierista del mundo.

Davos es satánico. En realidad, lo que propone Davos es paralizar la inversión del capital. Davos propone un paro en la inversión productiva.

Contra un Davos satánico es recomendable y apenas necesario una antorcha de defensa estratégica, un arcángel San Miguel redivivo, que flamee ondeante el Edén del trabajo y de la riqueza del mundo. Un Foro Mundial de la Cacerola debe levantar la consigna. ¡Por un desayuno limpio en el mundo, uníos!

Es necesario elevar una bandera geopolítica y geoestratégica del paro nacional proponiendo una consigna global buscando y propiciando ampliar la base internacional de apoyo de los trabajadores, buscando unirse con las burguesías revolucionarias del mundo que apoyan la inversión productiva y lucha contra la visión retardataria y oscurantista del capitalismo financierista que encarece la inversión productiva y pretende acabar con nuestro el planeta.

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