El problema de la movilidad en las ciudades, es uno de los principales retos que tenemos como sociedad y sus gobernantes deberán tener la capacidad de presentar alternativas de solución; al fin y al cabo es una responsabilidad compartida.
El caos es evidente; ciudades como Bengaluru en la India, Manila y Bogotá, tienen los niveles de tráfico más altos del mundo, entre el 68 y el 71. En Bogotá por ejemplo, se pierden más de 230 horas al año en trancones y no en vano ha estado en los últimos cinco años dentro de las ciudades más congestionadas del mundo.
El problema se hace tan grande, que el estado jamás será capaz de construir el número de vías y alternativas de transporte suficientes para suplir la demanda ciudadana para movilizarse; las tasas de compra de vehículos en Colombia superan el 13% anual y nunca podremos alcanzar estas cifras en materia de infraestructura para la movilidad, sumado a que las teorías de tráfico urbano estiman que a mayor número de vías construidas, existe una tendencia a comprar más vehículos, lo que se denomina demanda inducida; por lo tanto la clave está en modificar nuestra conducta.
Presentar una propuesta integral, de mayor uso del transporte público, mejorar sus condiciones de calidad en el servicio, incentivar el uso de transportes alternativos y sobretodo hacernos conscientes de la imperiosa necesidad de cambiar nuestros hábitos en materia de movilidad, nos hace coparticipes de la solución.
Holanda por ejemplo, está construyendo barrios donde prohiben el uso de vehículos propios, estos deben ser compartidos, uno por cada tres hogares, se prohíbe el parqueo de carros particulares, se permite el uso de bicicletas y transportes alternativos y se incentiva el uso de transporte público. Se dieron cuenta que es ilógico tener vehículo propio.
Bogotá lleva 20 años haciendo un ejercicio pedagógico de prohibir el uso del vehículo particular, el último informe de resultados indica que se dejaron de mover más de 1.800.000 carros y más de 450.000 motos, nos permitió sentir un mejor ambiente, se redujeron 12.325 toneladas de dióxido de carbono, el flujo en la movilidad mejoró, aumentó el 11% de la velocidad promedio, aumentó el uso de los taxis en un 12%, se superaron las expectativas de montar en bicicleta, con más de 1.500.000 de biciusuarios; pero sobretodo hacernos conscientes de lo caótico que se hace la ciudad inmersa en la congestión vehicular que nos hace perder más de 11 días al año en un trancón; se nota evidentemente lo que es una ciudad con carros y una ciudad sin carros.
Se debe pasar de la pedagogía a la determinación cotidiana de construir una sociedad en bicicleta, no solo aumentar un dia mas sin carro, sino estructurar medidas que disminuyan de manera permanente el uso del vehículo, se hace imperativo tomar medidas no solo educativas para concientizar a la gente, sino crear una política pública de movilidad alternativa que supere el egoísmo y el privilegio de unos cuantos que tienen carro, sobre la calidad de vida de las mayorías.