En la más reciente columna que publiqué en esta tribuna, puse como ejemplo el arduo proceso de acuerdos que llevó a la constitución de un gobierno progresista en España. Las dificultades para lograrlo fueron muchas, cuatro años y cuatro elecciones generales se tomó la izquierda española para llegar a un acuerdo, sus enseñanzas para Colombia son claves y nos debería ahorrar tiempo.
Si, la izquierda colombiana en ascenso debe mirarse en esa y otras experiencias porque no podemos esperar más. Día a día estamos leyendo en las ciudades y en los territorios que se padece la muerte sistémica de líderes sociales, se busca concentrar más aún el poder político en la capital y en la presidencia, la política internacional es cada vez más como la de una banana republic, se está intentando desnaturalizar aún más la Constitución Política de 1991, los derechos fundamentales y limitar más el concepto de democracia participativa y con ella, el Estado Social de Derecho. Debemos parar esos nefastos intentos.
Me preocupan las voces de algunos sectores que llaman a una Larga Marcha de purificación para ganar el gobierno. Desconocen la difícil realidad que vive la mayoría trabajadora, que tiene que rebuscarse lo del diario en la precariedad laboral. La marginación de extensas regiones, la contaminación del agua y la destrucción de los bosques sin que nuestro estado pobre e ineficaz pueda hacer nada y le siga cediendo el control a grupos armados ilegales y mafias políticas corruptas o mineros ilegales.
Hagamos una pausa en el camino y hagámonos la pregunta de cómo avanzar para dar pasos eficaces que permitan terminar esta hegemonía bicentenaria de élites violentas, insaciables y corruptas.
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Preguntémonos cómo avanzar para dar pasos eficaces que permitan terminar esta hegemonía bicentenaria de élites violentas, insaciables y corruptas
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Hay avances concretos que no podemos desperdiciar, el aumento de la participación electoral y los resultados de la izquierda en las elecciones de Congreso y presidenciales del 2018, el triunfo en las grandes capitales de gobiernos progresistas y propaz, la derrota del Centro Democrático en esas elecciones y la creciente movilización ciudadana a pesar de tanto riesgo y la represión de la que son víctimas marchantes y líderes.
Pero quiero invitar a todos los que nos reclamamos de izquierda, de centro o alternativos, a que entendamos que nunca llegaremos a pensar exactamente lo mismo. Ninguno de los sectores progresistas, en solitario, llegaremos a gobernar y mucho menos al poder, eso requiere más esfuerzo y alianzas. El triunfo electoral alternativo no será de una sola clase, de un solo partido, de un solo movimiento, será de una amplia coalición democrática.
Por eso, todos debemos lamentar lo sucedido la semana pasada en el II Encuentro de Organizaciones Sociales convocado para fortalecer el paro y acordar la agenda de movilización contra el gobierno de Duque en 2020. La división fue lo que primó, y lo que todo el país vio, a pesar de que todos coincidimos en temas, fechas y en la necesidad del salir con fuerza al paro del 25 de marzo la división persiste por la representatividad y los objetivos a largo plazo. Es urgente una reunión y una mediación que reconstruya la unidad y restablezca una coordinación amplia, con empatía y sinergia en la que todos los sectores, obreros, campesinos, indígenas, populares, de mujeres, LGTB y estudiantiles, se sientan representados, escuchados. Es la hora de la democracia interna.
Lamento mucho que está división haya sido la comidilla de medios y la batalla se haya trasladado a las redes sociales. Mientras tanto la derecha nos mira y se sonríe de nuestras peleas por sillas y procedimientos.
Coincidimos en la lucha contra el fascismo, el neoliberalismo y la desigualdad social, queremos profundizar la democracia, el Estado Social de Derecho y la paz. Al margen de que, alrededor de esa sencilla consigna puedan desarrollarse un sinnúmero de tareas, reclamos, interpretaciones y justificaciones sobre posturas y lecturas de determinados temas, la principal tarea es triunfar en el 2022 con amplias mayorías en el congreso y eso cada día gana posibilidades.
Este fin de semana que pasó, tuve la oportunidad de escuchar a los senadores Antonio Sanguino e Iván Cepeda, a los líderes políticos Antonio Navarro, Rodrigo Granda, Camilo Romero, Carlos Bula y al analista Ariel Ávila. Todos mencionaron la palabra unidad con U de urgencia. Todos destacaron el papel de la movilización social que empezó en noviembre 21 de 2019, pero también reconocieron que nos falta mucho camino por recorrer. No basta mencionar que queremos estar en un gobierno en 2022 y hablar de unidad, no basta reconocerlo en los discursos, hacerlo narrativa y retórica, necesitamos llevarlo a los hechos, sin exclusiones.
Trabajemos en la unidad, sin caudillismos, sin mesianismos, con ideas, con programas, pongámonos de acuerdo en lo fundamental y trabajemos juntos de cara a 2022. En política las oportunidades desaparecen en minutos, que no nos coja la tarde.
Invitemos al debate democrático entre los sectores alternativos. Invitemos a la unidad. Necesitamos mostrar que otro camino es posible. Inspiremos esperanza.