Literatura para combatir a los crímenes del Estado

Literatura para combatir a los crímenes del Estado

"Para comprender el complot del Estado se requiere conocer y recordar su historial criminal"

Por: Josè Alejandro Patiño Cardona
enero 27, 2020
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Literatura para combatir a los crímenes del Estado
Foto: ambitojuridico.com

La memoria como arma de la literatura para combatir y revelar el complot del Estado

José Alejandro Patiño Cardona

El pasado es indestructible. Tarde o temprano vuelven

las cosas, y una de las cosas que vuelven es el proyecto

de abolir el pasado.

-Jorge Luis Borges

Recordar es vivir y conocer la historia permite que esta se inmortalice o que no se repita. La literatura no es solamente una manifestación artística, es también un espejo y radiografía de la sociedad al revelar la condición humana; es más: la memoria, la identidad y la idiosincrasia de un pueblo o nación se originan a través de ella. Las conductas, conflictos internos y decisiones del hombre son, la mayoría de veces, la materia prima de su producción artística. En este punto, el ser humano evoca sus deseos y alegrías para conformar historias que, en muchos casos, transitan por los límites de la ficción.

Ricardo Piglia es un autor prolífico, difícil de leer y de comprender, comprometido con la memoria individual, colectiva e histórica, la denuncia de los abusos de poder y las masacres ocurridas durante las dictaduras en Argentina. En su ensayo sobre la teoría del complot se evidencia el uso del lenguaje como elemento esencial que permite esclarecer misterios sobre el Estado y sus respectivas instituciones y rastrear los pasos de lo que él denomina fuerzas oscuras que construyen maquinaciones. Para el escritor argentino, “la literatura trabaja la política como conspiración, como guerra; la política como gran máquina paranoica y ficcional” (Piglia, 2001:73).

Dicha consigna permite aseverar que, para comprender el complot del Estado se requiere conocer y recordar su historial criminal, además de desenmascarar sus maniobras secretas. Sin memoria no hay conciencia de la realidad, por lo que la literatura se alimenta de esta para contar la verdad que siempre han tratado de ocultar las cofradías del poder con sus falacias, cortinas de humo y censuras que pretenden evitar la libertad de expresión, pensamiento y crítica que tiene el hombre, ya que su opinión y anarquía afectan al sistema.

Así las cosas, la memoria se configura en un arma de la literatura que es usada como instrumento de lucha para lograr la transformación social y política a través de la delación y la defensa de los derechos civiles. De igual manera, la memoria es un fenómeno actual que permite articular al presente a través de las huellas del pasado como dotación de sentido y esclarecer la verdad de los hechos y la responsabilidad de los diferentes actores y sectores de la sociedad, así como dignificar y resignificar la vida de las víctimas más allá de simples indemnizaciones económicas y actos protocolarios.

En Respiración Artificial se constata la violación del derecho a la libertad de opinión y expresión de las personas por parte del Estado: “Por ejemplo: existen millones de hombres que nunca tienen acceso a la palabra, es decir, no tienen la posibilidad de expresar públicamente sus ideas [...] las palabras son mi única posesión” (Piglia, 1992:44). En este caso, el complot del Estado actúa para impedir que el pueblo se exprese y agite por miedo a movimientos que intenten derrocarlos y judicializarlos; es por esta razón que ocurren las masacres, desapariciones forzosas y toda clase de crímenes en contra de la población civil, la orden es matar a los detractores del régimen: estudiantes, líderes sindicales, miembros de organizaciones no gubernamentales, etc. Las palabras compuestas por el pensamiento y la memoria del hombre deben ser usadas como un mecanismo de defensa que le permita reaccionar y levantarse contra el régimen de terror y violencia que lo subyuga convirtiéndolo en una marioneta manejada por oscuros hilos de poder.

Por su parte, en  La Ciudad ausente, Piglia revela las conspiraciones que organiza el Estado contra los ciudadanos: “el poder político es siempre criminal […] el Estado argentino es telépata, sus servicios de inteligencia captan la mente ajena. Se infiltran en el pensamiento de las bases” (Piglia, 2003:63). De lo anterior se puede colegir que el Estado manipula los medios de comunicación y los usa para obtener información privada de las personas; asimismo, los mantiene ocupados con las redes sociales para que no se den cuenta de la cruda realidad que vive su nación, en otras palabras, quiere anestesiarlos o producirles amnesia colectiva.

En esta obra también se hace referencia a la memoria, la cual se relaciona con la máquina de Macedonio que tiene como objetivo preservar la historia y evitar que el Estado la borre; la literatura como máquina de narrar mantiene vivos los recuerdos del hombre y, a través de la ficción, lo salva de su realidad haciendo su vida más placentera y cálida. Por el contrario, no tener memoria y ser indiferente hace desconocer la verdad de los acontecimientos: “A nadie le interesa el pasado aquí, todos vivimos en el presente. Si todo sigue igual desde siempre, para qué guardar los retos de lo que no ha cambiado” (Piglia, 2003:110). Lo que muchos no se atreven a contar o prefieren ignorar se convierte en un tema predilecto de los grandes escritores como Piglia, quien se interesa por la historia y actúa como un oráculo que revela misterios o los oculta de manera intencional. Por esta razón, el álter ego de Emilio Renzi afirma que la literatura construye un complot contra el complot y permite entender cómo funciona el Estado y sus poderes corruptos al descubrir sus trampas.

En conclusión, cabe afirmar que la memoria es un tema central que atraviesa las dos obras mencionadas del autor; a partir de estas se crea un artificio ficcional y metafórico para referirse al poder del lenguaje y la creación literaria, también se representa la nación y la ciudad como organismos vivos que padecen múltiples problemáticas, entre ellas la violencia, la masacre y la corrupción. Piglia mezcla la realidad con la ficción para relatar la historia y sacudir la conciencia; sus personajes logran confundir al lector y envolverlo en la trama, por lo cual puede considerarse al escritor argentino como una máquina de narrar que usa la memoria como arma de la literatura para combatir y revelar las acciones clandestinas del Estado y la sociedad. Su voz perdurará en el tiempo y no podrá ser silenciada por los tentáculos oscuros del poder.

 

Referencias

Piglia, Ricardo  (1992). Respiración Artificial. Barcelona: Editorial Anagrama.

Piglia, Ricardo (2001).Crítica y ficción. Barcelona: Editorial Anagrama. (Original: 1986).

Piglia, Ricardo (2003). Ciudad Ausente. Barcelona: Editorial Anagrama.

 

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