“Preocupan muertes en el Valle del Cauca” era el título de El País, diario que informaba sobre la ola de asesinatos en la zona norte del departamento, incluído el municipio de Roldanillo, el cual era uno de los más afectados por las confrontaciones entre peligrosas bandas al servicio del narcotráfico. Eran tiempos de una cruel violencia que provocaba también desplazamientos, terror generalizado, pesimismo y una grave crisis de valores en sus pobladores.
Muchas familias eran afectadas por la confrontación, era frecuente ver a madres que enterraban con profundo abatimiento a sus hijos, familias que debían ver partir a sus parientes amenazados y una población encerrada en la seguridad de su hogar por temor a una beligerancia que no les correspondía, entre otros flagelos con los que tristemente se convivía a diario.
Inevitablemente esta violencia trascendió en el comportamiento de los ciudadanos, haciendo más profunda la crisis, se evidenciaba irrespeto a las autoridades, pues la ley la imponían otro tipo de sujetos, la cultura del dinero fácil se tomó los colegios y la juventud en general que preferían el camino de la ilegalidad en detrimento de la educación, pues en el entorno los sujetos que despilfarraban el dinero en alcohol, carros, motos y rumba eran el ejemplo a seguir de aquellos que estaban en plena etapa de formación.
Sin embargo, sin hacer una investigación exhaustiva, hoy en día es orgullo saber que la situación de seguridad en esta comunidad ha mejorado en una proporción importante, en el año 2018 la gobernadora resaltó en reunión con las autoridades que a agosto de 2018 apenas se habían presentado 3 homicidios y aunque la cifra pudiera resultar preocupante, representa una reducción que persistió en el 2019 y que además es minúscula en comparación con los 23 asesinatos del 2017 o el extenso derrame de sangre que se produjo en los años anteriores.
Según la OMS, es difícil para una población superar los efectos de la violencia, ya que su efecto va más allá del físico, es devastador para las familias y las comunidades, por ello la superación parcial o definitiva y la no reproducción de la misma representa una alta capacidad de reciliencia en el norte del Valle y en especial del municipio de Roldanillo, territorio que trata de superar los estigmas de su pasado sangriento y renace en medio del fulgor no sólo de su magia, sino también de su invencible alma, de su inmortal arte y su representativa cultura.
Aunque hay algunos temas pendientes en el municipio como las vías de acceso, hurtos, asesinatos esporádicos, accidentes de tránsito y la construcción de una ciudadanía plena que nos alejan en gran medida de un paraíso, es menester resaltar los avances en materia de seguridad en un país en el que muchos territorios siguen enterrando a sus habitantes de la misma manera que lo hacían en el tiempo de la “Colombia violenta”, pues actualmente en Roldayork (como lo mencionó el audaz maestro Omar Rayo en su universo artístico) no se piensa de la misma manera, se erradicó en gran parte la anarquía promulgada por los llamados “lavaperros” al servicio del narcotráfico, han resucitado jóvenes que quieren estudiar y no “cocinar”, volvieron las jóvenes que se quieren preparar y no venderse, surgieron más padres de familia que promueven el esfuerzo como medio para alcanzar los sueños y ha disminuido significativamente el fantasma , del dinero fácil e inmediato, que casi siempre resultaba fatal.
Con el proyecto que lo convertiría en “Pueblo mágico” se han visibilizado diversos aspectos positivos en el municipio que parten desde el ya mencionado cambio de conciencia de las personas, artistas que crean Souvenirs para comercializar, colectivos de jóvenes que crean proyectos productivos y que intervienen en las políticas municipales, artistas que hacen exposiciones de escultura y pintura, muralistas que rompen records mundiales y en general un pueblo más optimista, confiado y seguro en su terruño y que recibe con los brazos abiertos a los visitantes.
Actualmente las personas hacen tumulto alrededor de las muestras de la gastronomía típica del pueblo y no de malos acontecimientos, el hermoso cielo ya no es atravesado por aviones ni helicópteros de apoyo, si no que sirve de espectáculo para el parapentismo, en las paredes no se hallan agujeros si no obras de arte de Ómar Rayo, Diego Pombo, Pedro Alcántara y Lucy Tejada y por último las calles no son testigo de la violencia si no adornadas por los hermosos textos dignos de disfrutar que se reflejan con la luz o el sol durante el día y la noche.