Esta pequeña reflexión nace de las últimas actuaciones de los alcaldes “alternativos” del país. Porque, en su discurso de posesión en sus respectivos distritos (Bogotá D.C.) y municipios (Medellín) comentaron, -según ellos- que no utilizarían al Esmad como primer recurso. En el caso de Claudia López, hasta realizo un protocolo de acción, según ella, “basado en la Constitución”. Quintero por su parte, mencionó que confiaba en el comportamiento ciudadano y que no tendría que sacar al Esmad a las calles. Inmediatamente los tildaron en los grandes medios nacionales de “alternativos”, pero me pregunto, ¿Qué alternativa hay en realizar los mismos actos de los políticos tradicionales?
Es decir, para nadie es un secreto, que para los funcionarios públicos para preservar el orden, su orden político y de control sobre los ciudadanos que gobiernan, utilizan la coerción desde todo ámbito, en primera instancia el jurídico, y ya cuando el descontento ciudadano es más incisivo, amedrantan con la fuerza pública. Entonces para que decir mentiras que son un cuchillo en su cuello ahora mismo. Han tenido que comerse sus populistas palabras y gestos, y hasta han sido objeto de tendencias en Twitter en contra de sus recientes actuaciones. ¿Por qué esas ansias de decir que existen dos extremos políticos y que no hacen parte de ninguno?, si en la práctica son obviamente a fines de las políticas tradicionales, enfatizadas en la represión, También es cierto que los focos de violencia desmedida que afecten la integridad de las personas deben ser reducidos, pero ¿no existen otros focos de violencia? Incluso más graves y menos tratados por los gobernantes “alternativos”, como por ejemplo las conocidas estructuras delincuenciales en Medellín, o como en la capital de la República, el problema de movilidad enorme de esta ciudad, sumado a la disputa técnica que trae la elaboración del contrato del Metro. Es decir, si los problemas no fueran tan evidentes y agresivos, las comunidades de estos respectivos municipios y distritos del país no salieran a protestar. ¿Por qué estigmatizan la protesta social? Si supuestamente son “alternativos”, su discurso se cae por su propio peso, no son de centro, son de derecha moderada.
Se invita en estas palabras, a que la sociedad cansada de falsos “revolucionarios” que juegan con las esperanzas de sus electores, no sean contradictorios en sus prácticas políticas. Como diría el proverbio popular “mejor malo conocido que bueno por conocer”, que se prefiere un sector de la política que defienda su postura y que no juegue a ser otra. Debido a que, esta política de mentira, destruye los pocos cimientos democráticos que se han construido en este país. Y cuando se menciona democracia, se hace referencia a la participativa. Aquella en donde el constituyente primario es el principal promotor, o modificador de las políticas sociales y fiscales del país. Y que si concentra sus esperanzas en falsos profetas pierde la acción ciudadana, porque ese poder logrado en las calles, es cercenado y castrado por los gobernantes locales que dicen una cosa pero realizan otra, algo muy común en nuestro país, lo único que dista es el color de la camisa, antes rojos y azules, hoy también verdes.
Finalmente, no se puede ocultar los aspectos positivos de estos dos gobernantes en sus primeros días de gestión, como Claudia que comento no tener en su plan de gobierno urbanizar la Reserva Van der Hammen, y en el caso de Quintero, la de solicitarle al saliente Alcalde de Medellín que no sancionara el decreto de aumento del predial a los sectores más populares de dicha ciudad. Es decir, que los alcaldes tienen impedimentos para trazar profundas reformas sociales, hasta ahora sus políticas demuestran reformas parciales, ya sea por su voluntad, o porque independientes no son y se deben a los grupos que les ayudaron en campaña. Pero si la ciudadanía votó por alternativos, ¿Le están cumpliendo a sus electores? O en realidad ¿son lo mismo de lo mismo, solo que con una fachada amigable?
