Dolés Colombia, dolés

Dolés Colombia, dolés

Por: Paula Valencia Posso
mayo 26, 2014
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No sé porque me sorprende el resultado de estas elecciones presidenciales 2014, no sé por qué sigo teniendo esperanza en un cambio que aunque no es imposible sí está muy lejos de suceder. Era más que obvio que algo así pasaría, desde que se lanzaron los candidatos oficiales de cada partido era evidente que algo así iba a suceder, que habría una guerra sucia y corrupta, y que como dice mi hermanito: ganarían los villanos.

No se angustien colombianos, cada país tiene el gobernante que se merecen. Los dirigentes no son más que el reflejo de la sociedad que los elige, cuando salí a votar esta mañana olvidé por un momento que esto era Colombia, el país que prefiere el malo conocido que el bueno por conocer. Aquí no ganó Zuluaga o Santos, aquí ganó la abstinencia, las faltas de argumento y la apatía política. Todos queremos vivir en un país mejor, pero votamos mal, Colombia tiene una especie de esquizofrenia nacional.

Los colombianos practicamos la ley del menor esfuerzo, aquí preferimos votar en blanco, anular el voto o guiarnos por debates antes que leer y buscar sobre qué candidato es la mejor opción. Colombia es la sociedad del error, del desinterés y la apatía política. Somos el país que predica y no aplica. Aquí todos somos cómplices de las maquinarias políticas tradicionales, somos los causantes de nuestra situación. No sé si suene muy a desesperanza, pero en cuatro años nuestro país no habrá conseguido ningún cambio, discúlpenme si les siembro pesimismo, pero van muchos años de lo mismo y nosotros seguimos igual.

¿Les sorprende que Zuluaga haya negado sus nexos con el Hacker?, pero si Colombia es el país del “Yo no fui”, la cultura de echarle la responsabilidad a otro, de cometer errores y negarlos, de sacar excusas, somos el país del conflicto, el país que soluciona todo gritando, pitando, golpeando, levantando la voz… ¿Les sorprende que Juan Manuel Santos haya negado los paros campesinos? Pero si aquí en Colombia se esconde lo que no conviene. No quiero generalizar ni decir que todos los colombianos son (o somos) iguales, porque evidentemente es mentira; sólo que ahorita mismo la impotencia y la decepción no me deja ser objetiva.

En Colombia nos gusta sufrir, somos masoquista, preferimos quejarnos los 1461 días que tienen cuatro años (O los 2922 días, por si algo candidato le da por ser reelegido , que levantarnos a votar un domingo. El colombiano deja todo para lo último y se siente orgulloso de eso, miles de colombianos que como yo vivimos lejos de nuestros puestos de votación, no fueron capaces de destinar UN SOLO DÍA para registrar la cédula. Miles de colombianos no votaron.

Colombia no está preparada para el cambio, y no es porque en el poder estén Santos, Zuluagas o Uribes, es porque nosotros mismos, los ciudadanos del común, no estamos listos para el cambio. No estamos listos para pensar a futuro, ni estamos listos para ir más allá de las propuestas. Aquí  nos vale un carajo lo que pase, Colombia es el país del egoísmo (si me conviene a mí está bien) somos el país de los avispados que siempre les terminan dando duro, el país de los vivos bobos.

Colombia es el país de nadie, aquí todos se quieren ir a vivir el American Dream, aquí todos se quieren ir del país.

Pido disculpas a todos los colombianos que no son como los que describí aquí, sólo que escribo esto con un dolor incomparable, las decepciones que me ha dado la política en Colombia no me las ha dado nadie en la vida. Dolés Colombia, dolés mucho. Yo ya debería estar acostumbrada: no fue Luis Eduardo Garzón en el 2002, no fue Carlos Gaviria en el 2006, no fue Gustavo Petro o Antanas Mockus en el 2010 y no fue Clara López en el 2014. Fueron los mismos y las mismas, y nosotros: igual o peor.

¡Me dolés como nada Colombia! Y te pido disculpas en nombre de todos esos indolentes. A pesar de que vos, mi patria, nos has dado todo, te pido disculpas en nombre de quien no lo valora. Perdonálos, ellos no saben lo que hacen, o mejor: perdonálos ellos sí saben pero no les importa. Te prometo que me quedo aquí, firme, trabajando con los colombianos que si quieran caminar distinto, me quedo por vos, por tu bienestar, me quedo porque así me lo enseñó mi papá: el que no quiere la patria, no quiere la madre.

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