Nicolás Maduro dijo en diciembre que en Colombia se exagera sobre el número de refugiados venezolanos que han salido de ese país. También señaló que lo que buscaba el gobierno colombiano era ayuda internacional para robársela. Si eso fuera así, la solución estaría en manos de la camarilla chavista en Caracas, que tendría que empezar por cerrar las fronteras para no dejar salir a los ciudadanos de esa nación —así de paso demostrar su “antiimperialismo”— y prohibir la llegada de remesas de EE. UU., que es de lo que está viviendo todavía la gente en Venezuela.
A lo anterior hay que agregar, para dolor de la mamertería criolla y latinoamericana, que desde Colombia salen para el país vecino la suma de 400 millones de dólares anuales, producto de los diferentes oficios que desempeñan los venezolanos, en los que se incluye la caridad pública que reciben de los colombianos al pedir limosna. Total que a los comunistas venezolanos les interesa un comino las desgracias y sufrimientos de la población que se muere de hambre en el interior de la patria de Bolívar o los 5 millones y medio de exiliados que hay en los países vecinos, ya que lo que les importa es conservar el poder, así tengan que gobernar en los infiernos.
También la comunidad venezolana en el exilio ha respondido furiosamente ante las ofensas hechas por Maduro a los refugiados, quien los describió como “lavapocetas”, cuando la única responsable de la tragedia humanitaria venezolana es de la banda castrochavista montada por el orate de Hugo Chávez hace casi 21 años.
Y es tan descarada esa marioneta de Maduro manejada por el régimen cubano que invita a conocer las “maravillas y la abundancia” que existen en Venezuela, echándole la culpa a las redes sociales por hablar mal de la situación que se está viviendo en la nación hermana, lo que demuestra hasta dónde llega el cinismo de los comunistas, los cuales consideran al resto de ciudadanos como simples objetos para satisfacer sus veleidades, caprichos y apetitos burocráticos.
Nicolás Maduro, como torturador y genocida del pueblo venezolano, por su prosapia marxista es un fascista, porque indiscutiblemente el fascismo es hijo del marxismo, como históricamente está demostrado con Benito Mussolini en Italia a principios del siglo XX. Además, en Venezuela el Estado ha asumido todos los poderes sobre las personas, quitándoles los derechos individuales, lo que demuestra el carácter fascista de Maduro, así los comunistas se desgañiten proclamando su odio al fascismo. La historia como madre y maestra demuestra la relación inequívoca entre fascismo y marxismo, de ahí que las burla que hace Maduro de los refugiados de su país corresponde a la naturaleza totalitaria del comunismo y del fascismo
La llegada de Hugo Chávez al poder en Venezuela fue la que le trajo a ese país la más gran tragedia al combinar una versión populista latinoamericana, con lo más rancio del marxismo-leninismo, impulsado por el sátrapa de Fidel Castro, siendo el punto elevado de semejante trama el autogolpe ocurrido el 11 de abril de 2002, cuando, mediante una patraña al mejor estilo nazi, se dio ese suceso como un símil de la “noche de los cuchillos largos” en la Alemania nazi, pues Hitler necesitaba una purga sangrienta para depurar su partido, hecho que ocurrió el 30 de junio de 1934. De la misma manera el proclamado golpe en contra de Chávez no fue más que una triquiñuela montada por el castrochavismo para identificar a los militares que eran adversos al socialismo del siglo XXI, demostrándose cómo la perversidad y la marrullería de la camarilla comunista cubana desde esa época ha montado un entramado para perpetuar al chavismo en el poder. Por eso no es de extrañar la forma cómo despectivamente Maduro se refiere a los exiliados venezolanos.
La miseria de las masas es la condición necesaria para que el comunismo se mantenga en el poder. Ejmplo de esto es la cartilla de racionamiento que existe en Cuba, y el Clap (Comité Local de Abastecimiento y Producción) y el carnet de la patria en Venezuela, dos instrumentos que le sirven a la tiranía para controlar a la población de una forma infame como es el caso de la alimentación, en donde puede comer el que está con el régimen y si no se muere de hambre, por eso la gigantesca migración venezolana puede llegar próximamente a 8 millones de personas.
Nicolás Maduro al ofender a los millones de exiliados que han salido de su país demuestra que como marxista y fascista su condición es baja, en donde priman los interese totalitarios de su amo comunista en Cuba, antes que tratar de resolver los padecimientos de la población venezolana, ya que para el comunismo lo único que importa es que sus dogmas se cumplan por encima de la razón, demostrándose la perfidia de toda esa calaña de personas que pertenecen a la organización más criminal de toda la historia de la humanidad: el marxismo-leninismo.