Manuel Galán: una vida consagrada a abrir las puertas hacia la aventura de la investigación

Manuel Galán: una vida consagrada a abrir las puertas hacia la aventura de la investigación

A través de su blog y de las herramientas que ha encontrado en el camino este docente enseña a personas de todo el mundo cómo investigar

Por: Miguel Angel Pereira Malpica
enero 13, 2020
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Manuel Galán: una vida consagrada a abrir las puertas hacia la aventura de la investigación
Foto: Facebook @ManuelitoInvestigador

“Sabéis como un tío viejo, pero pensáis como un chaval”, le dijo Jordi Serra, un chico catalán de 16 años en un mensaje de chat que le envió a Manuel para expresarle su admiración. Lo venía siguiendo por las redes con la discreción de quien necesita aprender algo, pero no lo desea mucho. Llevaba seis meses en sus búsquedas porque su profesor de la ESO en España venía empeñado en hacer de sus alumnos unos auténticos investigadores. Solo que su profesor era un enamorado de la investigación con varios logros académicos pero no mucha capacidad de seducción intelectual. Gracias al apoyo oculto de Manuel, Jordi logró encontrar los encantos que genera la curiosidad por averiguar las génesis de los fenómenos que nos rodean hasta el punto de convertirse en el alumno predilecto de su profesor, quien comenzó a valorarle pronto su liderazgo frente a sus compañeros y a tenerlo como su mano derecha en la tarea de enseñar los rudimentos de la investigación. A partir de entonces Jordi se adentró en los caminos de la investigación química de la mano de su profesor presencial y de Galán, su maestro lejano.

Desde Bucaramanga, Colombia, un país que para millones de jóvenes en el mundo resultaba lejano y hasta desconocido, Manuel Galán Amador seguía empeñado en enseñar eso que a muchos puede parecer aburrido cuando no se tiene una adecuada orientación inicial: cómo se investiga. A él le bastaban voces de ánimo como la de Jordi que se preocupó por hacerle saber, desde la distancia, lo mucho que le había servido. Después tuvo la oportunidad de conocerlo a través de Skype y hablar con él y escuchar de su propia voz cómo se produjo esa metamorfosis de no querer aprender nada sobre investigación a convertirse en eso que su profesor buscaba.

Con ello Galán se mantuvo por años en la terquedad de sacar adelante su juego de Manuelito investigador y en producir la infinidad de documentos que ha escrito en esta larga empresa que después lo puso a grabar videos, sostener chats e innovar también para sí mismo sobre nuevas alternativas de difusión, nuevos caminos e incluso nuevas formas que lo animaran también a él para no atender las presiones familiares por hacerle desistir de su convicción. “Es algo que me ha abocado a noches de insomnio en las que me desvelo buscando respuestas a las más inesperadas inquietudes que me formulan muchos de mis lectores en el mundo”, afirma Manuel Galán.

Aunque parezca increíble, los datos lo demuestran: más de 3’484.581 millones de visitas a su página de internet, certificada por ­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­Analytic de Google, dan cuenta del seguimiento que le hacen jóvenes y adultos de inesperados rincones del mundo que acuden a su orientación para iniciar, enseñar o explorar sobre procedimientos y metodologías lúdicas para adentrarse en el mundo de las ciencias y la investigación. “Es increíble cómo todavía una gran parte de maestros de todo el mundo —afirma él— fracasan en el propósito de acercar a los jóvenes al campo de la investigación. Si no logramos apasionarlos primero, despertar su curiosidad científica y estimularles su inteligencia, seguiremos perdiendo potenciales investigadores. Definitivamente, no hay investigación sin pasión”.

Pasión es lo que él mismo ha tenido hasta ahora. No han sido pocos los embates del destino para sacarlo de su utopía: las dificultades económicas, la apatía de muchos, la carencia de medios técnicos y hasta el obligatorio autoaprendizaje diario en torno a las nuevas posibilidades de las tecnologías digitales han sido algunos de los retos que ha tenido que superar en este gran sueño que ya supera los veinte años.

Y ahora vienen nuevos retos: publicar en inglés, francés, alemán, mandarín y árabe y hacer de su conocimiento y su larga experiencia una cátedra que deberá superarlo a él mismo. “Tengo el sueño de hacer de este proyecto una institución del pensamiento —añade Galán—. Creo que ya llegan tiempos en que podremos hacer más efectivos estos nuevos espacios que nos ofrecen las redes sociales, construir una biblioteca virtual especializada y aprovecharnos de los recursos digitales existentes en Youtube, Google, Netflix y otros medios en el ánimo de hacer que esta contribución humanitaria se convierta en un patrimonio de todos. Las fronteras del mundo están cambiando, pero sobre todo las fronteras del conocimiento tienen que desaparecer", enfatiza él.

Su reto incluye también convocar a todos aquellos que voluntariamente estén en condiciones de aportar sus propios conocimientos y experiencias y sin ningún ánimo de lucro para integrarse alrededor de este sueño que ya camina con su propia fuerza. “Soy testigo de múltiples ejemplos muy valiosos de personas en todo el mundo dispuestas a aportar sus fortalezas intelectuales y aún económicas para ayudar a construir un mundo con menos barreras. De manera que si aprovechamos esas buenas voluntades vamos a lograr imprimirle a esta tarea de la formación en la investigación científica, el sello de eso que soñaron hombres como Einstein o Tesla”, expresa Galán.

Mientras continúa con sus labores en la docencia y la investigación universitaria, Manuel Galán Amador le apuesta a que su sueño contribuya a arrebatarle al mundo de las drogas y de las actividades ilícitas, a la violencia y al pandillismo, a los extremismos ideológicos perversos, jóvenes que se consagren a la investigación y le aporten al conocimiento el fruto de sus potencialidades intelectuales. “Cada vez que me encuentro con avances y relatos que me demuestran que así es, entonces renuevo mi compromiso personal, retomo fuerzas y de nuevo alzo el vuelo para seguir”, termina diciendo. Entonces serán muchas voces como la de Jordi Serra, desde su rincón en Cataluña, las que se reportarán para expresar su gratitud y unirse a la idea de ayudar a formar los investigadores que tendrán que hacerles frente a las complejas problemáticas del mundo de hoy. Y cuando así sea, a Manuel Galán lo habrán alcanzado los años sapienciales y podrá observar un inmenso séquito de hombres y mujeres, menores que él, empeñados en seguir adelante en la construcción de un legado universal, más allá de cualquier frontera, que se ofrezca para enseñar a pensar, a investigar y a dar rienda suelta a la aventura de la imaginación.

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