Su hoja de vida está limpia. Hijo de un político. Su padre había sido ya pésimo, su inacción ante el riesgo en Armero fue rápidamente justificada ante los noticieros de la época después de la tragedia. Iván hijo nunca hizo nada que respaldara semejante cargo que se ganó y precisamente por eso fue elegido. Y no me refiero a las urnas, sino al partido político que lo "eligió" precisamente por don nadie y tal vez por inepto también para ser el candidato presidencial.
Lo de don nadie no necesita probarse, antes de ser "elegido" como candidato al senado, Duque no fue gerente de nada digno de hacerse público. Lo de inepto queda claro con el siguiente hecho lamentable de falta de rigor y ética, pero sobre todo de valentía.
En octubre de 2019, unas horas después de que el negociador de paz por las Farc, Iván Márquez, regresara a ser comandante guerrillero y anunciara “la segunda marquetalia”; el presidente de Colombia, Iván Duque, autoriza el bombardeo a un campamento de esa nueva guerrilla. En su anuncio en la mañana siguiente al país, Duque califica la acción como ejecutada “con todo el rigor” y reporta entre aplausos, la muerte de un comandante guerrillero.
Dos meses después se supo que 14 personas (cifra oficial) murieron esa noche con las bombas, la mayoría de ellos niños reclutados por la guerrilla. Diría uno que un grupo de niños comandados por un par de adultos no es gran cosa para uno de los ejércitos más poderosos del continente. Y hasta ahora nadie ha justificado, ante una diferencia de fuerzas tan grande, porqué se escogió el bombardeo y no otra forma menos destructiva. En las mismas declaraciones Duque dijo que la operación militar había sido “impecable”.
El presidente de Colombia Iván Duque va a pasar a la historia del país como el presidente más joven y tal vez como el más cobarde. Dice Montaigne en su ensayo sobre la cobardía, que esta es la madre de la crueldad. La valentía, que actúa solo para vencer la resistencia, se frena en seco cuando ya su enemigo está a su merced.
Cada día y con cada intervención pública que hace, muestra, sin vergüenza, su falta de valor y prudencia.
"Pueden tener la certeza de que todos los días damos la mejor versión de nosotros mismos, para alcanzar la mejor versión de nuestro país" implora Duque a la gente al finalizar el año, después de más de un mes de protestas ciudadanas desde el 21N.
No puede entender que no importa que esté dando lo mejor de sí, cuando no es suficiente para sostener la responsabilidad que exige el cargo de presidente.
Por eso digo que es cobarde, porque en año y medio de mandato no ha sido capaz de mostrar que tiene la claridad mental para hacerlo. Nadie en el mercado laboral ofrece semejante oportunidad. Y el país no tiene porqué hacerlo.
El presidente debería salir.
Políticos sensatos en el mundo han renunciado por menos. Pero podemos ver que cada día se aferra más a su puesto. Eso, ese puesto en el que lo pusieron, porque ya vemos que ni carga su cargo, ni responde por sus responsabilidades.
Recuerda además Montaigne, que ha visto a los hombres más crueles llorar por las causas más frívolas. Puede ser que una debilidad en su alma haga a estos hombres susceptibles a cada extremo, se pregunta.
Esperemos que Duque no salga a llorar nunca, ni que termine en ningún extremo.