Además del cambio de calendarios y de estarse dando curso al relevo de burocracias en los aparatos regionales de gobierno, estos primeros días de enero nos llegaron con otro ingrediente que le imprimirán al 2020 un carácter especial: el sector organizado del movimiento popular viene en alza y esto lo pone en trance de poder ser el que defina el contenido de algunas decisiones estatales, cuya adopción ha sido privilegio exclusivo de las clases dominantes.
Llevábamos muchos años sin que nuestro pueblo hiciera sentir su fuerza con tanta enjundia, tan masivamente y durante tantas jornadas como lo hizo en estas postrimerías del 2019, en las cuales dos paros generales y numerosos cacerolazos, amén de otras formas de movilización, sirvieron para notificarle al establecimiento que esos tiempos en que le imponía sus aviesas condiciones pueden llegar a su fin.
A diferencia de muchas otras acciones de masas, las del 2019 alcanzaron una potencialidad nueva, esperanzadora, pues giraron en torno a un pliego único, cuya férrea defensa puso en evidencia la disposición del pueblo a convertirlo en un acuerdo de obligatorio cumplimiento, sin posibilidad alguna de que pudiera ser objeto de burlas, como sí lo fueron muchos otros acuerdos en el pasado.
Esa potencialidad, derivada también del haber estado luchando todos a una, como debe hacerlo un pueblo que tiene a sus mayorías en avanzado estado de pobreza, a los demás en un continuo deterioro de su calidad de vida y a todos bajo la más antidemocrática exclusión; esa potencialidad, que parecía reforzada por el hecho de estarse superando las rémoras del sectarismo y la tendencia de cada sector a emprender por separado sus luchas; esa potencialidad, comprobada en estas jornadas, podría llevar a nuestro pueblo a fisurar el modelo neoliberal, al menos en sus manifestaciones antilaborales, antipensionales, privatizadoras y restrictivas de los derechos de asociación y protesta, y ayudarle a convencerse de que superar la estructura capitalista sí es posible si se decide a dar la pelea por esa histórica conquista.
Hemos hablado en pasado, pero tal tiempo de conjugación debe ajustarse, pues la narrativa presentada no corresponde a hechos consumados; está inscrita en un presente continuo que en este 2020 le ofrecerá nuevas condiciones de alcanzar más altos niveles de desarrollo, con la muy probable inclusión de nuevos puntos, en este caso departamentales y municipales, que dificultarán que los nuevos gobernadores y alcaldes se estacionen en la zona de confort en que permanecieron los salientes. A procurar que así sea deben comprometerse todos los dirigentes del paro y con ellos las bases, que serán en últimas las que se beneficien con los resultados.