En una entrevista con el diario El Pilón sobre la rendición de cuentas de su administración, Augusto Daniel Ramírez Uhía, alcalde saliente de Valledupar, habló sobre las cosas que no pudo solucionar para la ciudad. La lista es grande, pero él se refirió a una en particular: el Centro de Bienestar Animal, un espacio que urge en la ciudad ante la proliferación de animales callejeros que sufren lo indecible ante una sociedad que los mira con indiferencia.
El exalcalde manifestó que no se pudo hacer realidad “porque era complejo”. Parece ser que el señor Ramírez Uhía le huye a lo difícil, ya que él solo puede solucionar lo fácil, como por ejemplo construir parques de cemento, eso sí lo hizo a tutiplén. Estos parques seguramente han contribuido al aumento de la temperatura que se vive en estos momentos en la ciudad donde el calor no da tregua. De hecho, los estudios sobre ciudades sostenibles nos hablan de que para contrarrestar el cambio climático hay que tener en los cascos urbanos pequeños bosques que disminuyan las temperaturas, mejoren la calidad del aire y aporten espacios verdes en donde los habitantes puedan encontrar un poco de sosiego ante la canícula (lo que traerá una mejor salud mental).
Pero no, aquí en Valledupar todos los parques son de cemento, con algunos árboles desperdigados por ahí. Lo que sucede es que lo que eleva el costo de los contratos es el cemento. Como el señor exalcalde no solucionó lo complejo tampoco pudo construir la escombrera municipal. De ahí que la ciudad de Valledupar es una escombrera en sí porque los desechos de construcciones, podas de árboles, restos de muebles, electrodomésticos y otros terminan en las áreas de cesión, bulevares de avenidas, andenes, lotes enmontados y en la margen derecha del río Guatapurí.
De igual manera, no se avanzó en la mejora del paupérrimo servicio de transporte público: no se pudo comprar un solo bus, seguimos con las mismas destartaladas de siempre y el mototaxismo se multiplicó por tres. Además, el mandatarii hace un año habló de fotomultas en los semáforos para disminuir los accidentes porque nadie los respeta y tampoco lo hizo. Y eso no es todo, en su gobierno hizo dos anuncios con bombos y platillos (renovación de la plaza de mercado y los deprimidos para mejorar la movilidad) que no se concretaron, seguramente porque resultaba muy complejo.
Por otro lado, Valledupar tiene un 25% de alcantarillado pluvial, lo cual es vergonzoso para una capital, ¿y adivinen qué? Tampoco se aumentó la cobertura. Y aunque fue tajante al comienzo de su gobierno sobre no permitir más invasiones, la realidad es otra: las invasiones antiguas han crecido y se crearon nuevas. Una de ellas está al lado de otra invasión llamada El Edén, junto a una acequia en la entrada a las torres de Nando Marín. Parece que todo el dinero se invirtió en parques y en contratos de gestión social con su programa La familia es lo primero, liderado por una iglesia cristiana evangélica.
Y lo increíble es que ahí no acaba la cosa, otro dinero se fue en pagar matrimonios colectivos. Cabe anotar que la labor de una administración no está en buscar que la población contraiga matrimonio, esa es una decisión individual que hace parte del libre desarrollo de la personalidad, sin contar con que los dineros públicos no deben gastarse en esos menesteres, más cuando hay otros asuntos que atender. Por ejemplo, el desempleo aumentó, el embarazo adolescente también y de igual manera los casos de contagio de VIH.
Una ciudad necesita que su gobernante o administrador pueda solucionar sus problemas, sean fáciles o complejos, pero sobre todo los complejos, porque estos son los que marcan la diferencia y pueden transformar a un territorio. Los grandes cambios que han tenidos ciudades como Bogotá, Medellín y Barranquilla se dieron porque sus alcaldes pudieron solucionar lo complejo, ahí estuvo el punto de quiebre. A los habitantes de Valledupar solo nos queda esperar que el nuevo alcalde tenga la capacidad y la voluntad política de solucionar lo complejo para lograr la verdadera transformación que necesita esta ciudad.
