El resultado de estas elecciones es una manifestación clarísima del carácter social de los colombianos: nuestra idiosincrasia. Dice el sociólogo polaco Zygmunt Bauman que el modo de vida que cada uno de los seres humanos practica, es el resultado de la combinación del destino y el carácter. Para cambiar nuestro destino es poco y nada lo que podamos influir, pero el carácter sí es algo que está bajo nuestro sometimiento y ese sí lo podemos reformar y recomponer.
Históricamente conocemos que la maquinaria política y los poderes obscuros de nuestro país (que son lo mismo), han mantenido alianzas y acuerdos en los cuales han jugado y juegan sucio para mantenerse en el poder. En varias ocasiones de nuestra historia reciente hemos reconfirmado que eso de ser la democracia más antigua y permanente de América Latina es pura carreta, que en realidad hemos vivido una dictadura enmascarada bajo los acuerdos y las alianzas de las elites políticas y capitalistas de este país, esos que hemos naturalizado en denominar: “los dueños del país”. En suma, nuestro carácter democrático es una ficción, pues aceptamos con resignación la imposición de los “Doctores”.
Ahora bien, esta segunda década del siglo XXI nos trae la posibilidad de un final de la guerra en Colombia mediante los diálogos entre el gobierno y la guerrilla; los colombianos anhelamos esa Paz. Las generaciones de este siglo la reclaman y nuestra responsabilidad como madres y padres, lideres sociales, profesores, jefes, profesionales, estudiantes, es educar y educarnos en reformar y recomponer ese carácter que está basado en la violencia (léase: eliminar, acabar, derrotar al otro), en la ilegalidad, el engaño y la mentira. Ese carácter pendenciero que empuña la amenaza para imponer su razón, que no acepta el error y la equivocación, que prefiere gritar que dialogar.
Ese carácter nuestro como colombianos se ha manifestado en gran manera en las ultimas semanas. A juzgar por los acontecimientos de las campañas presidenciales, la atención y el morbo con que las hemos seguido, se manifiesta nuestro carácter pendenciero, somos una sociedad de odios heredados y rivalidades cuyo nicho es la codicia y la envidia. Vuelve y aparece el juego sucio, la viveza, el engaño y la desconfianza. Hoy un 60% de colombianos, los que no votaron, demostraron que están en una difusa situación, lo cual hace que nuestro carácter social también esté impregnado de indiferencia, confusión, derrota, frustración y desmotivación por el país que tenemos.
La tragedia de Fundación, ese lamentable y doloroso infanticidio dejó ver que se requiere con urgencias una recomposición de nuestro carácter, el cual se manifestó en el caso de un joven universitario y sus desconcertantes “trinos” queriéndose hacer el chistoso: el infame regionalismo y racismo que nos heredaron las generaciones pasadas, aquella parte del carácter social que lastimosamente se impone en aquellos jóvenes cuya educación con los adultos de su casa, es continuar con lo que han aprendido en ella, pero también esto demuestra qué tan irresponsables somos al pronunciarnos, al hacer mal uso de la libre expresión, pero mucha más infamia, qué naturalizada tenemos en Colombia las tragedias que contienen la muerte violenta de seres humanos, de otros colombianos como nosotros, y peor aún, de niños. Ni que decir del descuido en el que el Estado tiene al ciudadano y a la infancia, así como la viveza que adoptamos para saltarnos las normas civiles.
Ahí está nuestro carácter, el que hay que recomponer y reformar con Educación en todas partes, no aquella que es para aprender a leer y escribir, sumar y restar, entiéndase que me refiero a una educación para la convivencia, para aprender a vivir juntos, la cual no solo es una tarea de la escuela y de nosotros los profesores, es de todos y todas las personas que vivimos en este país, los que hemos decidido quedarnos, y los que se quieren ir pero que están trabajando aquí para poderse ir. Esa es la gran apuesta, recomponer y reformar nuestro carácter porque ya sabemos cual fue el suelo y la tierra, la riqueza natural en que nos puso el destino y bien sabemos cual la verraquera de los colombianos para luchar y salir adelante!
Concluyo diciendo que los resultados de la jornada electoral de hoy me permiten entender por qué fue elegido ese al que denominan el Gran Colombiano: nos representa maravillosamente!
