Reality: dinero y deshonestidad, avaricia, falta de moral, de conducta y lealtad deshumaniza. Es el lugar propicio donde aflora el estándar de aberraciones e inequidades fundamentales de cada uno de los representantes, según, su formación y respeto por los demás. Es la puerta al gran mundo del desenvolvimiento característico e inherente a la formación, al tornarse irracional en convicciones a la vez que abandona el respeto, la convivencia, la armonía y sensatez, nada más, por suplir ése ego del que cada ser humano llena con satisfacciones o resentimientos. Que conduce irremediablemente al desgaste emocional y psíquico, físico y moral al aspirar por el conducto que sea, al reconocimiento existencial entre las mayorías según sea el ámbito al cual está inscrito, social o político, económico o de estado, o simplemente, para hacerse de jerarquía en la compañía, programa de televisión etc. Cuando se compite por obtener una representación que sublime el exceso de autoestima, toda regla que trascienda la legalidad se vuelve obsoleta.
Típico de lo anterior se vive en esta contienda electoral. El sueño de cada uno de los participantes en el reality hacia la presidencia acumula controversia, bajos instintos, desazón entre las partes, malversación de la retorica y desconfianza, actos que dividen los sectores económicos, sociales, políticos y de razas.
Cuando se fractura el equilibrio emocional y jurídico de los contrincantes y de quienes mantienen una expectativa silenciosa, debido a la no existencia de claridad y calidad en el debate, mas el irrespeto hacia las mayorías por quienes fomentan irregularidades en sus frentes, se trasciende hacia un conflicto de intereses, donde la democracia como receptor del paradigma de las discusiones la lleva a enfrascarse en el dilema de entender, cuál es el bueno y quién es el malo que enciende las bases, para luego salir a desvirtuar los hechos cometidos. ¡Eso no lo entiende la ciudadanía!
Han dejado oculto por el conflicto de intereses propios, argumentes contundentes que reivindiquen las distintas clases sociales que bien olvidadas se encuentran, a la vez que se despreocuparon de las necesidades insatisfechas de la población; vivienda y educación, empleo y agua potable, acueductos reales y tierra, como tampoco se ha hablado de infraestructura, que legitime la vida hasta el más escondido rincón del país. En cuanto al posicionamiento de cambios sociales para mejorar la convivencia y buenas costumbres entre las distintas etnias y culturas, nada se ha divulgado por los realistas al podio de Bolívar, nada más, por estar alerta de limpiarse o refutar las insolencias que se emiten, para quedar sobrios ante la opinión nacional.
Son tan pobres e incompetentes los razonamientos de cada uno de los jugadores (precandidatos) ante la critica nacional, que prefieren manipular al pueblo infundiendo duda, temor, desinformación y mentiras, a la vez que se monta un audaz y temerario carrusel, con descabellados e impúdicos movimientos al margen de la ley, direccionado a los contradictores. Hechos que arrinconan y deslegitiman los organismos de control y de justicia incluyendo el militar. Tal es el caso del Dr Uribe al asistir a la fiscalía nacional, -Se puso de ruana el organismo, faltó que bailara o mandara destituir al representante legal.
En Colombia, debido a distintas jugadas políticas mal enfocados y transgresores de la ley, más aún, violadoras de los reglamentos constitucionales, se dan el lujo de no incluir la pluralidad sino la satisfacción propia, privando de validez el poder y respeto que se debe tener por la democracia, o que se tenía con los verdaderos estadistas. Hoy en día, la mal llamada democracia participativa está en manos del mejor postor, de aquel que se atreve a promover escándalos y perturbaciones grotescas, para luego damnificarse, por partida doble.
¡Esa es la manera novedosa y liberal del siglo XXI de hacer política en nuestra Colombia! ¿Por quienes? Políticos corruptos, precandidatos y ex presidentes que manipulan el activo sufragante (23 millones) ayudados con terceros, para luego salir al público a victimizarse. También los que incursionan a sus filas, personajes oscuros que hacen el trabajo sucio y así transgredir o confundir la inocencia del oyente, en favor de quien lleva los hilos de la contienda. ¡Algo que no se ve mal, en la actual y novedosa forma de trabajar la política! Ni por quienes la contratan, ni por los ricos que aportan miles y millones de pesos a estas formas delincuenciales de hacer campaña, ni por los medios masivos de comunicación, ni mucho menos, los que habitamos y vivimos en este hermoso país. ¡Todo nos da cero!
No se concibe tanta irresponsabilidad social y jurídica de quienes se promueven como mandatarios de un país, donde la pobreza remonta índices insostenibles de violencia y desplazamiento; tanto forzado por el estado para crear empresas hidroeléctricas, minería, hidrocarburos, como también, las grandes hectáreas de tierra dadas a inversionistas extranjeros y nacionales especializados en monocultivos a gran escala, maíz, sorgo, cebada etc, como por los grupos armados al margen de la ley.
¡Cómo puede sustentar el candidato Zuluaga y su jefe el abuso cono transgresor de las normas constitucionales, frente a la justicia y gobierno, del procurador, de los entes de control y de las fuerzas del Estado, ante la opinión pública por las interceptaciones ilegales que están fuera del reconocimiento legal, al expiar la intimidad de campañas o ideologías que no piensan ni comulgan en los mismos canales de discusión! ¡Muy serio… sí señor!
Por último, no se concibe tanta podredumbre habitacional en “Puro Centro Democrático”, como tampoco la honorabilidad que dice mantener el pelele de Uribe, Zuluaga, cuando un día afirma una situación y al día siguiente niega sus fraudulentas equivocaciones. ¡Cómo puede promulgar justicia, fomentar sociedad si no es capaz de afrontar sus debilidades y encomiables audacias contra la integridad nacional! Sería contraproducente para el pueblo colombiano, tener como representante a Zuluaga en palacio, después de conocer los alcances transgresores que tiene él, y el conflicto interno de dignidad, ética y moral, más la presunción amañada de cada uno de sus integrantes al violar las leyes colombianas.
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