Para nadie es desconocido que Duque llega a la presidencia por una estrategia política de Álvaro Uribe Vélez, su mentor. Pero tampoco es desconocido que su manera de gobernar dista mucho del comportamiento que le exigen sus copartidarios de partido, que representan la derecha radical y que se oponen abiertamente a los avances que se alcanzaron con el anterior gobierno en materia de paz.
Duque "no están cochino" como dice Matador, tiene su propia manera de pensar. Se debe comprender que simbólicamente tiene un contrato con la gente que lo ayudó a montarse en el solio de Bolívar, por lo tanto, debe seguir a regañadiente, creo yo, todo lo que le piden los compinches de su mentor.
Cuando ha intentando imponer su impronta, Londoño, Cabal, Lafaurie y los más radicales del Centro Democrático le han pedido que siga a rajatabla la ruta de gobierno que le establecieron con su llegada al poder. En otras palabras, Duque gobierna para un partido, mas no para los colombianos.
Este es el gran problema que hoy tenemos y que se ve reflejado en las marchas y en todo el desorden social que domina este fin de año. La gente se mamó de ese juego truculento en donde el que gobierna lo gobiernan unos cuantos.
El panorama es incierto. Lo único claro es que la situación social no pinta bien y que el pueblo colombiano no desea que su país lo manejen como una finca.