Gran campeonato americanos. ¡Felicitaciones! Admirable. Heroico. ¡Eso fue grande, muchachos! Muchos de ustedes de barrios populares. Algunos, en sus comienzos, iban a entrenar sin guayos, otros sin plata para el pasaje que los devolviera a su casa, otros con hambre. Otra estrella para la historia, para el deporte. El primer triunfo loable para sus vidas. La estrella número catorce para uno de los clubes más importantes de Colombia: la mechita. De verdad que anima verles correr y sudar la camiseta. Se admira que desde el deporte puedan transformar su historia. Y, ver cómo se contagia una sociedad por la fuerza de sus goles y que celebra a rabiar las victorias. Y que sale en caravanas de carros, van pitando en sus motos, va a pie mientras canta, salta, y se abraza con el vecino por el campeonato obtenido, se estrellan las manos con los desconocidos.
Así mismos americanos, no es por aguar la fiesta, al contrario, es para reflexionar sobre el festejo, nos gustaría verlos con ese ímpetu de diablos rojos pidiendo por sus derechos... poniendo a sonar las cacerolas, que sirvan como música de fondo a la protesta, para pedir por el derecho a que los recursos públicos no se los roben y exigir que el Estado invierta en los potreros que se han convertido las canchas de fútbol de muchos barrios de Colombia. Y, ojalá, hacer en Colombia, múltiples centros de alto rendimiento dotados de canchas con buen césped, patinodromos dignos y con estándares de calidad internacional y, así, seguir dando alegrías a la sociedad, no solo desde el fútbol, sino desde otras disciplinas deportivas. Americanos, nos gustaría verlos votar en las urnas con esa alegría y ese compromiso que contagia pasión. Y que no compren las conciencias ni de los caleños, ni a los del nacional, ni a los del Medellín, ni a los junioristas, ni a los del millos, ni a los demás hinchas de Colombia, y que voten por la nobleza, las buenas ideas, la honestidad y la decencia que nunca pelea con nadie. Y exigir, y saber elegir con el voto, para que se invierta con sueldos de calidad para los educadores y para los deportistas, que guían y transforman el deporte. Y exigir para que se crea que el deporte es una profesión que se arma, como todas, con procesos sólidos y con políticas que crean en la gente. Salir de esa idea mezquina de creer que invertir en deporte es construir coliseos, solamente, que queden para el olvido y el abandono y para que el presidente, alcaldes y los políticos de turno se tomen la foto en la inauguración de la obra y se olviden del proceso permanente que debe tener el deporte como una manera de garantizar el derecho a que una juventud tenga oportunidades y se transforme.
Necesitamos de esa fuerza y esa euforia que se vio en la celebración de la estrella catorce para el América de Cali, para pedir becas para que haya ciclistas, nadadores, pesistas, deportistas en general, tanto hombres como mujeres y que puedan, además, estudiar y hacer deporte y que desde el gobierno se les apoye. Necesitamos de esa energía colombianos para gritarlo y decirle a estos gobernantes ciegos y a veces sordos que el deporte es el arma de transformación en los jóvenes y que es una, de las muchas, que le compite a tanto vicio que se aposenta en ciudades y municipios y del que no se hace nada serio por erradicarlo.
¡Colombianos! Necesitamos toda esa euforia para transformar la sociedad y salir a cantar con arengas que sí, que bonito, que chévere, que seamos campeones del fútbol colombiano con el América, pero… que también vamos a gritar en las marchas: ¡Abajo el despilfarro! ¡Abajo el salario mínimo que no dignifica al ser humano! ¡Abajo los que quieren hacer trizas la paz! ¡Abajo los proyectos tributarios que benefician a los grandes empresarios y se olvida de esa misma masa que salta y celebra! ¡Abajo la corrupción! ¡Abajo el continuismo de ideas envejecidas, en la política, que por más jóvenes que sean quienes nos gobiernan, siguen haciéndose prácticas miserables de una política tradicional para el colombiano! ¡Abajo la ley Andrés Felipe Arias! Así que necesitamos de toda esa vitalidad en las calles, que se vivió con el campeonato del América, porque queremos ser campeones en educación digna y de calidad; campeones por tener hospitales en toda la patria y que se vayan volviendo clínicas que de verdad nos atienda en urgencias y en cirugías sencillas y complejas y en prevención de enfermedades en pueblos, veredas y ciudades intermedias y capitales; campeones de una cultura que invierta en músicos, en arte en general y que le apueste que así también se hace una vida grande, de campeones. Campeones porque cuidamos a los niños, defendemos las diferencias sociales y raciales e incluimos políticas que nos incluyan a todos y todas. Campeones porque cuidamos la tierra y a los líderes indígenas y mantenemos la idea de mejores posibilidades de vida. ¡Gracias América! ¡Felicitaciones! Y que no se nos olvide que podemos ser campeones de lo que queramos, que necesitamos es tener una hinchada con conciencia, para creernos, de verdad, que podemos no solo ser campeones del fútbol, sino campeones en votar por administraciones honestas, inteligentes, que nos gobiernen con dignidad. ¡Y que viva el América, carajo! ¡Y que viva el paro! Y que no se nos olvide marchar.
