La izquierda y la derecha, que son términos que se utilizan en la política especialmente, en sana lógica se deben de tomar como simples formalismos, porque la verdadera contradicción en los países latinoamericanos es entre la democracia y el totalitarismo, representado el segundo por el anacronismo marxista, al cual los mamertos de la región no han renunciado y por eso le cambian de disfraz llamándolo alternativo, progresista, bolivariano, indigenista, socialismo del siglo XXI, Foro de Sao Paulo y otras hierbas; mientras que la democracia está representada por partidos y movimientos que tienen como principio a la libertad individual, que es la condición suprema de la humanidad.
El totalitarismo, que también se hace llamar izquierda, con el oportunismo que lo caracteriza está utilizando las movilizaciones que comenzaron el 21 de noviembre con el paro para promocionar desde diferentes sectores las candidaturas presidenciales de Gustavo Petro y Sergio Fajardo para el 2022. Ellos se encuentran en un forcejeo buscando quién le saca los mejores dividendos políticos a la protesta. De ahí que Gustavo Petro en su Twitter crítica al Polo Democrático por seguir bajo la égida del Moir y convoca a crear un Frente Democrático del cual él sería su candidato, lo que demostraría que a eso que denominan izquierda poco le importa las reivindicaciones sociales y económicas de la población, pues lo que le interesa son sus candidaturas presidenciales que desde luego hacen parte del totalitarismo. Sin olvidar que las etiquetas izquierda y derecha surgieron en la revolución francesa hace 230 años y actualmente se prestan para confusión e intrigas, como lo estamos viendo actualmente en Colombia.
Hay que recordar una vez más que el filósofo español José Ortega y Gasset (1883-1955) decía: “ser de izquierda es, como ser de derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil, ambas en efecto, son formas de hemiplejia moral”. Con esto demuestra el pensador ibérico que esa simplificación no es adecuado ni procedente. Y los demócratas deberían mejor denunciar y enfrentar ideológica y políticamente para el caso colombiano, al marxismo leninismo enemigo de la libertad y la democracia.
El sátrapa ruso de Lenin rechazaba de alguna forma el término izquierda, en su texto titulado “la enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo” lo que demostraría que para el totalitarismo comunista las denominaciones izquierda y derecha no les preocupa y solo las usan como táctica de acuerdo a las condiciones para la toma del poder, por ello los demócratas no se pueden dejar imponer las dicotomías del marxismo leninismo como son: izquierda o derecha y también capitalismo o socialismo, porque fue Antonio Gramsci que al hacer la simbiosis entre el marxismo y el maquiavelismo buscaba dividir la sociedad frente a dos alternativos siguiendo la premisa de Nicolás de Maquiavelo, quien planteaba que no había que permitir la neutralidad y buscar siempre que la sociedad no tenga sino un par de opciones.
Por el rezago ideológico de algunos pueblos latinoamericanos se echa en el mismo saco al sindicalismo, la izquierda y el marxismo, claro que para el caso colombiano la situación es todavía más confusa, pues en los llamados grandes medios de comunicación hay “líderes de opinión” cuyo desconocimiento en la materia es patético, con lo cual la falta de discernimiento no permite que estos temas se aproximen a la realidad.
Los dirigentes sindicales, no se puede olvidar que el comunismo totalitario ha sido enemigo de la lucha de los trabajadores, y Lenin consideraba a los sindicatos como un simple apéndice del partido o sea que eran un objeto para la toma del poder. Precisamente no hay que pasar por alto que líderes anticomunistas o antimarxistas como Ronald Reagan y lech Walesa quienes fueron presidentes de EE.UU. y Polonia respectivamente, antes de asumir la más importante dignidad de sus naciones habían sido sindicalistas destacados, y al ser enemigos acérrimos del comunismo totalitario, se convirtieron junto al papa San Juan Pablo ll en los sepultureros del comunismo con la caída del muro de Berlín que condujo a la debacle de la Unión Soviética.
La izquierda se consideraba en la revolución francesa como una corriente que buscaba las transformaciones sociales y el cambio de gobierno, luego el marxismo o comunismo totalitario que siempre pretende montar camarillas eternas en la dirección del Estado, de acuerdo a las enseñanzas de la revolución francesa no se puede ubicar específicamente en la izquierda, de ahí hay que reiterar que el marxismo por su ceguera y superstición es antihistórico y no tiene ni vigencia ni defensa, y lo único que le ha aportado a la tierra son grandes desgracias y sufrimientos.
En los asuntos morales que se ventilan en la mencionada izquierda como el aborto, la eutanasia, el matrimonio gay, la adopción de niños por parte de parejas homosexuales, etc.; cuestiones que si las miramos desde el punto de vista del liberalismo clásico, se deberían de tomar como comportamientos individuales en una actitud frente a la vida que la sociedad y el Estado deben de analizar, buscando no perjudicar a otros, ya que la libertad de la persona acaba en donde comienza la de los demás; haciendo énfasis en la responsabilidad propia del individuo y la sociedad en su conjunto; así que la conducta personal solo se restringe cuando afecta a otros y el respeto y la tolerancia deben de ser premisas fundamentales para no agredir ni material ni moralmente al ciudadano.
La incompatibilidad entre sindicalismo y marxismo es inocultable, sin dar lugar a encuentros, porque desde la aparición del engendro comunista totalitario, siempre este aspiró a tener el dominio de las organizaciones de los trabajadores, no para propiciar las reivindicaciones sociales y económicas de los obreros sino para utilizarlos de masa de maniobra, buscando la toma del poder político para implementar una dictadura en donde a los primeros que se atropella es a los trabajadores, por ello fue que se repudiaron las tesis de Marx en la primera y segunda internacional en el siglo XIX. Así que el destino del marxismo igual que el nazismo, el fascismo y el apartheid es el basurero de la historia, pues su carácter absolutista, cruel e inhumano no le da cabida dentro de la civilidad y la ética.
La independencia y la democracia sindical es el centro de gravedad del accionar de los trabajadores, entonces no se puede permitir que sectas como el marxismo manipulen la lucha obrera, por ello no deben existir vínculos entre las organizaciones de los trabajadores y el comunismo totalitario, porque eso lleva a una situación kafkiana o como se dice tradicionalmente es revolver el agua con el aceite. Subrayando que repudiar al marxismo o ser anticomunista no es una herejía y se encuentra en la lógica y la razón.
Indudablemente para nuestros pueblos la contradicción principal es entre la democracia y el totalitarismo, ya que izquierda y derecha son fórmulas inanes que alucinan y dispersan.