La meritocracia del empleo público, en el entendido de que es la igualdad de oportunidades para acceder a un cargo público, sí es posible. Y lo es cuando llegan gobiernos alternativos y democráticos que dirigen sin ataduras clientelistas.
De esta manera se dará oportunidad a aquel ciudadano que no participa de mafias políticas de obtener un cargo público y se evita el riesgo de que estas mafias lleguen a robarse los recursos públicos.
Por ejemplo, actualmente el alcalde electo de Cartagena ha convocado a concurso público, a través de empresa cazatalentos, para conformar parte de su gabinete. Es una oferta pública y transparente y están abiertas las inscripciones.
En el mismo sentido lo acaba de hacer el alcalde de Santa Rosa en Risaralda.
En Bogotá hay una expectativa grande para que, siendo consecuente con su discurso meritocrático y teniendo en cuenta su origen, nuestra alcaldesa haga algo similar. Historicamente los alcaldes de la capital, ya sean de derecha o de izquierda, han gobernado repartiendo los cargos entre las mafias políticas que los apoyan.
Qué lástima que otras regiones donde ganaron gobernantes alternativos no hagan de la democratización y la meritocracia del empleo público una oportunidad para construir democracia.