En 1990 el ingeniero industrial Munir Falah no tenía tiempo para ir al cine. Era uno de los hombres indispensables para Eduardo Holguín, presidente del grupo Mayaguez que componía cinco siderúrgicas y empresas como Corfiboyacá del que era presidente Falah. Holguín lo llamó a la oficina y le dice que está encartado con el último negocio que había comprado: Cine Colombia
Fundada en 1927 en Medellín, Cinecolombia paso luego en los años 60s al Grupo Gran Colombiano, en tiempos de la expansión de Jaime Michelsen y traslada el negocio a Bogotá. El Grupo Mayagüez de Cali, lo vio más como un negocio inmobiliario, por la localización de los teatros, muchos en las mejores esquinas de las capitales de departamento del país y por es to lo adquirió en 1989. La idea de Eduardo Holguin, Presidente del Grupo que giraba alrededor del azúcar y la siderúrgica era tumbar los teatros para levantar centros comerciales o edificios. traslada su sede a Bogotá. Así estaban las cosas cuando apareció en escena Munir Falah, un vallecaucano nacido en Buga que todo tenis en mente menos entrar al negocio del entretenimiento.
Después de treinta años de trabajo, la industria de este espectáculo masivo, hoy en manos del llamado Grupo Santodomingo, tiene otra cara. En 1990 se vendían poco más de 20 millones de boletas. En el 2018 Cine Colombia vendió 70 millones de boletas para ver 350 películas. . Cine Colombia ocupa en Colombia el 45% de un mercado cuya gran competencia es la multinacional norteamericana Cinemark que tiene 7.000 pantallas en todo el mundo y en Colombia tiene el 27% del mercado. Royal Films es la tercera en discordia con poco más del 15%. .
Munir Falah ha estado a la cabeza de esta transformación. Sobrevivo al cambio de dueños en 1999 cuando lo adquirieron los Santodomingo, y le hundieron a fondo el acelerador a las inversiones en el negocio del entretenimiento, en expansión en el mundo. Munir Fallah tenía a su favor haber crecido en Cover City, California, uno de los primeros lugares donde se empezó a conformar la industria cinematográfica norteamericana. Aunque le gustaban los western de John Ford no era un gran admirador del séptimo arte y eso que en la caminata diaria para llegar al colegio tenía que cruzar un inmenso lote que alguna vez perteneció a la Metro Golden Mayer.
Las salas Múltiplex han sido la fórmula de éxito del negocio. La primera en inaugurarse fue el Cine Bar de Hacienda Santa Barbara en 1991. Y de allí vendrían muchos más y no solo en Bogotá. Hasta llegar a números como los del 2019, un año redondo para Cine Colombia. Nada más una película como Endgame, la última entrega de la exitosísima serie de Los vengadores de Marvel, generó en su primer fin de semana $21.000 millones de pesos. No fue el único éxito, la nueva versión del Rey León que llevó a 772.000 espectadores en la semana de estreno o la parte novena de Rápidos y furiosos que sobrepasó el millón de espectadores en 48 horas. Si, es bastante probable que los 68 millones de espectadores en el 2018 sean ampliamente superados en este 2019.
Entre junio del 2018 y noviembre del 2019 han ocurrido dos hitos. Uno de ellos ocurrió en el monumental Centro Comercial Viva en Envigado. Ahí está el que considera Munir Falah como el primer Imax de Colombia. Aunque en el Centro Comercial Las Américas de Bogotá Procinal puso la inmensa pantalla, no contaba con un proyector láser que están en las 14 salas que conforman el Multiplex.
A principios de noviembre se abrieron 16 salas en el nuevo Multiplex El Edén en la Carrera 13 con Avenida Boyacá. La obra duró 18 meses y costó $ 40 mil millones contando con uno de los formatos más novedosos en salas de cine del mundo contando con una Imax, Onyx, que no requiere proyector. Una de las novedades es la creación de una marca de pizza, la Cinepolitana. En estos 10.500 metros cuadrados que cubren a más de 1.000 empleados Cine Colombia espera recibir dos millones de espectadores más y poder seguir soportando iniciativas como Ruta 90, el espacio en el que le llevan, con la ayuda de la Armada y la Fuerza Aérea Colombiana, el cine en pantallas inflables a los lugares más apartados del país.
Se trata de una gran apuesta que ha salido bien en Colombia en contraste con lo que sucede en otras partes del mundo donde las salas de cine han empezado a desaparecer por falta de espectadores que prefieren ver las películas en sus televisores, pero nada como la magia de una gran pantalla en la oscuridad de un teatro, algo de lo que Munir Fallah y los inversionistas que tiene detrás, son unos convencidos.