Analicemos las dinámicas del poder en nuestra democracia. Vargas Lleras, sin estar en el gobierno, detuvo la ley de financiamiento de Duque y hoy, pactando un par de cosas con el presidente, apoya ley de "crecimiento". Cosas básicas que todos necesitamos, como quitar el IVA a las casas lujosas y a las cirugías plásticas, entre otras, que seguramente serán igual de necesarias para el país. Por otro lado, el poder soberano, el pueblo, está marchando desde el 21N, entre otras cosas para que no se apruebe esa ley, y, a pesar de lo multitudinarias, pacíficas y diversas que han sido las marchas, el presidente y otros políticos siguen operando el país sin tener en cuenta al pueblo.
Esta ley de "crecimiento", todos lo sabemos, no garantiza el crecimiento del país, solo el de los grandes empresarios y los bancos. La política es la misma, transferir el dinero del bolsillo de los ciudadanos al bolsillo de los más ricos del país.
El gobierno, por su parte, ha señalado que las marchas no son necesarias, que abrirá un diálogo nacional. Una especie de buzón de sugerencias como el que encontramos en cualquier almacén. La publicidad de ese diálogo nos da una idea clara de lo que el gobierno espera de ese diálogo, en los comerciales salen jóvenes diciendo "yo me imagino el país con muchos conciertos y con mayor diversidad ecológica". Como vemos, el diálogo que busca el gobierno no toca lo que el pueblo quiere cambiar y solo manosea un poco la preocupación por el medio ambiente. No es un diálogo para negociar, sino para convencer al pueblo de aceptar la transferencia de capital que ya señalé.
Por último, los medios, que son un actor importante de la democracia, pasean por todos los programas de opinión al director de Fedesarrollo, quien desde un lugar "neutral" y un lenguaje técnico, ofrece argumentos en favor del gobierno. Todos sabemos el porqué de las comillas, Fedesarrollo es el centro de pensamiento más consultado por todos nuestros gobiernos y por obvias razones sus opiniones son siempre orientadas por la política neoliberal. Pero además, entre este instituto y el Estado hay una puerta giratoria, sus investigadores pasan a ser funcionarios estatales y regresan al sector privado sin ningún reparo.
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