Treinta y tres ángeles

Treinta y tres ángeles

Por: GUSTAVO GÓMEZ REYES
mayo 21, 2014
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Treinta y tres ángeles
Imagen Nota Ciudadana

Es una noche más, el silencio ha vuelto a las calles y se ha tornado pálido el colorido mundo de la inocencia, ese que recorría las esquinas y se paseaba por los pasillos de las viejas casas donde vivieron durante corto tiempo en este mundo infame y cruel, que nos les dio más minutos para que lo descubrieran.

Un día que pintaba de alegría, donde el sol hacía su compañía rutinaria, las palmeras se meceaban de lado a lado, las imponentes aves se paseaban como reinas triunfantes y un sueño, que se montaría sobre ruedas y que aceleró por unas avenidas, se encontró con un escenario no sagrado, donde un acento pronunciado, avisó un encuentro celestial.

Los ojos brillaban, las risas inundaron el angosto espacio de un autobús, las sillas cargaban con la energía infante, las ventanas dejaban ver rostros angelicales que se mezclaban con un verde esperanza, con un blanco paz, con un rojo pasión, con un amarillo picante y un azul del cielo alegre.

Las voces se cruzaban con los gritos callejeros, un olor a gasolina, la imprudencia de un inconsciente, la irresponsabilidad de un dueño y la no aceptación de un pastor que se hace víctima, se confundieron con la pureza de los años vírgenes de unos niños que solo querían vivir una experiencia más y no la última.

Un país se asombra pero sigue al margen, parece que las lágrimas de las madres que han perdido sus vidas no dolieran, parece que los relatos de los sobrevivientes no fuera suficiente para generar un movimiento en post de recuperar la capacidad de asombro, ese que nos despierte de letargo en el que permanecemos mientras sus almas van al cielo.

¿Qué se necesita para que nos sacudamos y digamos no más torpezas de unos animales al volante?, ¿qué estamos esperando para que en nuestro país el valor de la vida sea algo invaluable y de precio único?, ¿cuánto muertos más se deben enterrar, para que tomemos conciencia que éste tipo de accidentes no pueden volver a pasar?

Hoy tenemos unos angelitos cuidando nuestro país, hoy tenemos unos intercesores que velaran porque la ruta de la paz se encuentre sin tropiezos, hoy hay un por qué dando vueltas a la espera de que exista una política única en pro de la vida humana, hoy hay un motivo para que nos hagamos llamar colombianos y repudiemos la muerte de los inocentes críos.

Que no se callen las voces de los que no queremos ver más desastres, que no se apaguen las velas de los que reclamamos justicia, que no dejen de ondear las banderas blancas propias de la indignación, que exista un pare para las atrocidades, que haya un dolor compartido, que las llamas de Fundación sean un aprendizaje para no repetir.

Hoy fueron treinta y tres los inocentes, y ¿mañana?

¡Es hora de que el viento sople a favor de quien no los representa!

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