Quien firma el cheque manda, y así se vio en esta campaña. Borraron los canales nacionales de sus parrillas la responsabilidad de construir un voto pensante a través de debates entre quienes apuestan dirigir la Colombia 2014-2018. Le entregaron al país una campaña a punta de “noticas”, sin preguntas fuertes, nada que alterara la orden de no torpedear el camino de quien firma la chequera oficial hoy, ¡qué pena señores periodistas!
De afán y sin pudor programaron un debate dos días antes del 25 de mayo, intentando quedar bien con el país, al que sometieron en el bochornoso espectáculo de ver “noticas” de caídas en bicicleta, los sombreros vueltiaos del jet set en toda la campaña, aunque por esto el colombiano decidiera al “tin marín” el próximo domingo su futuro en el tarjetón. ¿Se hicieron de la vista gorda los encargados de informar a los estudiantes, los trabajadores, los que llaman el público, esos que no pautan y se condenan a ver un informativo bajo el interés de una chequera?
¡Qué indignación señores periodistas! ¿Nombres?, no lo considero relevante. Da igual cual sean sus cédulas. Lo que sí digo, es que aquellos que se hacen llamar “periodistas” y no importan sus nombres o apellidos, ese título no es cualquier cosa. Y sobre todo no significa, por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia, ser apéndices del poder.
Los leo, veo y los oigo con frecuencia señores periodistas. Intento, como muchos otros, saber qué pasa en nuestro país. Pero me sorprende que después de acabar esa tentativa de informarme siento que acudo a un comunicado de prensa de alguna oficina oficial o de un partido político. Sí, se han convertido ustedes en la caja registradora de los mensajes del poder.
La verdad, no sé que pretenden con eso. Me imagino que congraciarse con el poder. Claro, en los palacios de gobierno deben ser ustedes santos de devoción. ¿Cómo no? Nada más cómodo para el gobierno que quien nunca interroga y solo replica la propaganda del Estado. Y si de los políticos se trata, nada mas confortable para la clase dirigente que sus amnesias señores periodistas. Dirán ustedes, en su defensa que es “mera” capacidad del perdón, pero esa ingenuidad raya en la insensatez. Me desconciertan esas maneras de olvidar las afrentas de los dirigentes contra la democracia y la gente. Cómo no recordarles, señores periodistas, los pactos con los paramilitares, los contratos torcidos, las obras a medio hacer, la feria de los puestos burocráticos. Acaban ustedes tan miope como la clase política.
No logro entender cuál es el fin último de su tozudez por elogiar al poder, por llamar “doctor” a cualquiera que por alguna palanca termina acomodado en una entidad pública. Tal vez peco de inocente, pero me resulta una solemne tontería que prefieran ustedes encantar una rosca de pocos incrustada en la burocracia, por encima de cumplir con el pueblo de a pie. Señores periodistas, ¿por qué esmerarse en empacar como información la publicidad oficial, y no buscar historias de las comunas o localidades marginadas? Esas comunas manoseadas en época proselitista y después olvidadas en época de gobierno.
¿Por qué divulgar las fotografías del gobernante de turno maquillado y nunca registrar las imágenes desoladoras de comunidades maltratadas por los abusos del poder? ¿Por qué exagerar la magnitud de las obras del Estado y no indagar por aquello que se esconde tras las minucias de la contratación pública? ¿Por qué ser la voz de quienes son dueños de la maquinaria burocrática y no la voz de los que no son oídos, enviados a ciegas por culpa de una chequera sin el mínimo conocimiento del país propuesto de quienes hoy lo aspiran gobernar?