Colombia es un país fragmentado, un país que le cuesta la reconciliación, pero quiere la paz. Lograr un consenso entre nosotros resulta una tarea titánica, un esfuerzo que muchas veces no logra su objetivo y por el contrario nos divide más; esta condición social resulta ser un arma en nuestra contra, un asunto serio que, si no atendemos con rigurosidad, puede llevarnos al fracaso, y es algo que no podemos permitirnos.
Desde el 21 de noviembre de 2019 mi energía ha estado en función del paro nacional, he asistido a las marchas, he compartido la información y las denuncias del contexto actual, he alentado las fuerzas de quienes no creen en el movimiento, sin embargo, nos falta mucho, a todos, para organizar y poder sostener el paro nacional el tiempo necesario hasta lograr que nuestro pliego de peticiones sea atendido. He pensado que un hecho tan simple como preguntar día a día ¿dónde son las movilizaciones?, ¿qué hay que hacer hoy?, ¿este paro si llegará a algo?, y otras dudas que siempre están en el aire, reflejan un desorganización y desarticulación entre nosotros, me resulta inquietante la forma en que estamos llevando todo esto. Al ver las transmisiones, se evidencia que los bloqueos en algunos sectores son sostenidos por pequeños grupos que se exponen a las agresiones del Esmad, algunos manifestantes quedan desprotegidos al finalizar las protestas, las rutas de las marchas están al servicio del momento y quienes quieren participar de ellas quedan desorientados y pierden tiempo y energía, que sabemos de sobre lo que significa en estos momentos. Todo esto pareciera un asunto menor, pero de esto hablo, de un país fragmentado, herederos de esa falta de reconciliación que no ha llevado a perder muchas peleas.
El ejercicio de formar una cultura dentro de este movimiento es fundamental para fortalecerlo, es necesario y urgente educar a la población frente a lo que está sucediendo, educar sobre la empatía y la paz; la esperanza con la que salen muchos manifestantes, radica, además de los motivos sociales y políticos, en la sensación de seguridad que brinda el colectivo, la gente que asiste cree en la organización del movimiento y ponen su fe en él, por eso, la euforia del momento no puede sesgar la organización; para eso, es necesario que los líderes políticos y sociales salgan de las marchas y trabajen desde lo local, en la formación al ciudadano, fueron elegidos para cumplir una labor social y es ahora cuando los necesitamos. Este mismo llamado es para todas las áreas del conocimiento, es un llamado a poner nuestro saber a disposición del país y la situación atraviesa.
¿Dónde están los académicos?, ¿dónde están los docentes de este país? Los llamo no solo a marchar, donde sabemos que son necesarios, como toda la población, los llamo también a que eduquemos, a que creemos liderazgos estratégicos que aporten al paro desde una mirada más seria y rigurosa. Podemos sacar las clases a las calles, crear ejercicios que apelen a la empatía y la unión, profesores, tenemos la experiencia para formar y crear cultura, la sociedad nos necesita más que nunca. Sabemos que este movimiento podría ser más grande, pero por la falta de apoyo de muchos sectores, que por la ignorancia que rodea el paro y la desinformación que hay dentro de él prefieren tomar una posición “neutral”, no lo hemos logrado. Al ver que el agente del Esmad que asesinó a Dilan Cruz será respaldado por Abelardo De La Espriella, me pregunto quién defiende la familia de Dilan Cruz, espero que el ingenio de tantos abogados dignos de este país esté al servicio de esta familia, demostremos que estamos unidos y cuidándonos, esto es organización, no descuidar a nadie, tratar al máximo de garantizar el bienestar de todos, si les pedimos que apoyen el paro, garanticémosles que no están solos.
Es un llamado a todos los actores a que aportemos desde nuestro saber, a que creemos una cultura como movimiento; no olvidemos que somos profesionales porque nuestro conocimiento está al servicio de la sociedad y para hacer de ella un mejor lugar para todos. De mi parte, seguiré aportando para que este gran sueño colectivo se haga realidad, pondré de mí lo mejor para construir un nuevo país.
Con amor y reflexión, un profesor de artes que quiere un mejor país.
