Un absoluto éxito resultó ser el paro del 21 de noviembre de 2019 en Colombia, como lo demuestran fotos y videos que inundaron las redes sociales, pero en particular resultó toda una victoria en Yopal, capital del tradicionalmente departamento más uribista del país, puesto que desde el paro cívico de 1985 no se había visto una manifestación popular de tan amplia concurrencia como la que se acaba de realizar. Sin embargo, los resultados seguramente tendrán un camino tortuoso para llevarlos a feliz término.
La capital casanareña fue escenario de marchas llenas de alegría y contundencia en sus arengas que no permitieron la intromisión de violentos ni saboteadores. Las calles se vieron inundadas de estudiantes, sindicalistas, líderes sociales, líderes ambientales, dirigentes políticos de distintos partidos y cerca de cinco mil ciudadanos hastiados de un gobierno que no quiere cumplir lo prometido en campaña y que insiste en profundizar en las medidas neoliberales implementadas en Colombia en los últimos treinta años.
La gran molestia general se desata con la radicación de proyectos de ley por parte del senador Uribe y partidos de gobierno, que contienen reformas de tipo laboral y pensional, y que el mismo presidente se empeñó en tratar de negar. El primer mandatario creyó que lograría engañar a la opinión pública, como lo han hecho tantos mandatarios en tantas ocasiones, y confió en que su agenda pasaría “de agache”. Pero en esta ocasión le falló una pieza del rompecabezas: la gente despertó, se “mamó” y se movilizó.
Han transcurrido varios días y aún continúan los cacerolazos y velatones en Yopal y el resto del país. Frente a la mismísima casa del presidente Iván Duque en Bogotá las manifestaciones son cada noche más concurridas. Lo lamentable es que el jefe de gobierno y su partido aún no dimensionan la coyuntura y parecen decididos a continuar con su postura soberbia y su discurso estigmatizador, sin contar las graves acusaciones que hay sobre presunta participación de la fuerza pública en los contados actos de vandalismo que se han presentado.
Sin embargo, es necesario entender que la posición gubernamental es totalmente coherente con su ideario político. Un partido neoliberal de derecha extrema no tiene dentro de sus prioridades la paz, la salud, la educación, el ambiente, el agua, el trabajo, ni la protesta como derechos. Por eso están convencidos de que están gobernando bien y mientras mantengan esa idea sencillamente no habrá posibilidad alguna de llegar a un acuerdo con la sociedad colombiana.