El modelo chileno, faro intelectual de nuestros reputados economistas, acaba de estallar y de qué forma. Dos de sus principales aristas, la pensión y la salud, causaron la pauperización del pueblo chileno al punto que, enardecido, prefirió quemar el país que seguir viviendo en la miseria y el olvido por parte del estado. Incendiar no es la forma racional de protestar pero, una vez iniciada la protesta, no se puede predecir cuál será su final.
La mayoría de los chilenos se sintieron pisoteados por un modelo económico que no cumple con los parámetros para construir una sociedad justa sino que, por el contrario, promulga por la utilización de los recursos públicos en beneficio del capital de los grandes grupos financieros propietarios de los fondos privados de pensiones.
Salieron a protestar en forma masiva y la consecuencia inmediata fue el acorralamiento del presidente Sebastián Piñera al cual no le quedó otra opción que salir a pedir perdón al pueblo chileno por el fiasco de modelo que su mismo hermano José Manuel Piñera Echenique había creado. En aras de congraciarse con el pueblo solicitó además la renuncia de todos sus ministros y prometió el aumento de las pensiones que según él no eran justas.
Pero es tal el descontento de los chilenos que pese a esta y otras concesiones prometidas por Piñera, aún siguen en la calle solicitando su renuncia y la implementación de un modelo que permita la distribución no igual pero sí equitativa de la riqueza.
Este esperpento de modelo de pensión fue traído de Chile durante el gobierno de César Gaviria y oficializado mediante la Ley 100 de 1993 en dos bloques: salud y pensiones, siendo el principal ponente del proyecto el entonces senador Álvaro Uribe Vélez.
La salud bajo este modelo colapsó en nuestro país. Las muertes por el llamado “paseo de la muerte”, por la no entrega de medicamentos, por la mala atención en las EPS y otras fallas del sistema, se incrementaron.
Las pensiones reconocidas y pagadas por los fondos privados de pensiones son cada vez más miserables y contrastan con las utilidades de los propietarios de estos fondos que anualmente crecen en billones de pesos. Tan malo es este modelo que los mismos accionistas de los fondos privados de pensiones y sus principales defensores no cotizan a estos sino a los Fondos estatales. En Chile esta misma situación quedó reflejada en la entrevista que le hicieron al autor del libro La historia de un sueño, escrito a solicitud de las AFP (fondos privados de pensiones) para la celebración de los 30 años de existencia del régimen de Ahorro individual. Ante la pregunta de si el sector de las AFP ya se había recuperado de las fuertes pérdidas que experimentaron los afiliados en el 2008, el economista respondió: “Yo soy trabajador independiente y no cotizo en las AFP (…)”.
Pese a esto, el gobierno colombiano lejos de tomar el caso chileno como un espejo y rectificar su rumbo, trata de fortalecer a como dé lugar los fondos privados de pensiones y se hace el de la vista gordo cuando de la salud de los colombianos se trata.
Se habla por ejemplo del marchitamiento del régimen de prima media, lo que dejaría el mayor porcentaje de los recursos de las pensiones bajo la administración de los fondos. Adicionalmente, el gobierno les entrega a los grupos financieros recursos de las pensiones vía compra de las deudas que tengan con bancos o simplemente para apalancar en forma directa los proyectos de infraestructura que estos grupos estén adelantando.
Pero lo que más preocupa es que el gobierno viendo el resultado del caso chileno insista en estos momentos en proponer reformas que pauperizan aún más la situación de los colombianos. No se da cuenta que el ser humano tiene un límite en su umbral de aguante que tarde o temprano tiene que estallar y que cuando estalla lo hace de la misma forma, sin tener en cuenta su nacionalidad.
Si el gobierno no rectifica su rumbo (menos toques de guitarra, menos demostraciones de manejo de balón, menos viajes, menos veleidad, menos tiempo dedicado al caso venezolano, mayor autoridad ante sus ministros, mayor compromiso con las necesidades de los colombianos, más seriedad en el cumplimento de los acuerdos que firma y una verdadera intención de unir a los colombianos), no es ilógico pensar que el estallido chileno se repita pero a la manera de los colombianos que como han mostrado en los últimos días, su umbral de aguante está cerca de su nivel máximo.
Presidente Duque, los colombianos esperamos que ante la situación actual de caos por el que atraviesa nuestro país por la falta de gobernabilidad suya, entienda que debe convocar lo más pronto posible ese gran pacto nacional iniciando con los promotores del paro y con todos los sectores de la sociedad, sin exclusiones y con la seriedad requerida para honrar los acuerdos que de allí salgan. Cumpla por lo menos con lo acordado en este pacto, ya que son muchos los pactos incumplidos por usted a los colombianos, para que la historia no lo recuerde como lo estamos viendo más del 70% de los colombianos: uno de los peores presidentes que haya tenido Colombia.
Esperemos que así sea porque lastimosamente el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.
