Sin ninguna autoridad moral, el pasado viernes 22 de noviembre, el excandidato Gustavo Petro tuiteó en contra del presidente de la CGT (Confederación General del Trabajo), Julio Roberto Gómez, porque no seguía sus orientaciones de “huelga general indefinida”. Ante eso hay que recordar que Petro proviene del M-19, grupo terrorista marxista que fue uno de los principales depredadores del sindicalismo colombiano. No que hay que olvidar el asesinato de José Raquel Mercado, presidente de la CTC (Confederación de Trabajadores de Colombia), en abril de 1976.
Gustavo Petro no es dirigente ni sindical ni social para que esté orientando las acciones de la protesta ciudadana, ya que para eso existe una dirigencia pluralista de los diferentes sectores que son los que organizan la movilización, o sea que el senador de marras no tiene ni arte ni parte y si quiere colaborar. Lo primero que debe hacer es no dividir y no creer que sindicatos y organizaciones sociales son parte de su patrimonio político.
De acuerdo a los acontecimientos que vienen ocurriendo desde el pasado 21 de noviembre, no hay que llamarnos a engaños, porque los vándalos, los encapuchados y los terrorista responden a una estrategia narcomarxista, reiterando que esos delincuentes de acuerdo a los cánones comunistas, como lo dijimos en la anterior columna, son: la chispa que prende la pradera para que el país vaya al caos, de ahí que el casquillo que da el señor Petro responde a maniobras mamertas.
De manera oportunista Gustavo Petro aprovechándose de las movilizaciones pide cambios políticos, ¿pero cuáles?, ¿serán para que Colombia caiga en una dictadura igual a Venezuela, Cuba, Nicaragua o Norcorea? A los marxistas no les interesan las reivindicaciones sociales y económicas de la masas, pues lo que les importa es el poder político a cualquier precio, por eso abusivamente utilizan la protesta social que ocurre por estos días en el país.
El terror vivido por la ciudadanía de Cali y Bogotá, especialmente, los días 21 y 22 de noviembre, por posibles saqueos a las residencias, responde a una táctica marxista, ya que eso hace parte de los activos del totalitarismo. Hay que recordar que nazismo, fascismo y comunismo son hijos de la misma madre, pues tienen una matriz hegeliana. Por eso Hitler decía: “Las masas necesitan de eso, algo que les cause pavor”. Y ahí están los mamertos en pleno furor, lo que significa que los vándalos igual que en Chile obedecen a la orientación comunista del Foro de Sao Paulo para desestabilizar las instituciones. Lo de Colombia, por ahora, es un coletazo del socialismo del siglo XXl ante la pérdida de su influencia como lo estamos viendo últimamente en algunas naciones.
De la misma manera el miedo también es una arma de la estafa comunista del marxismo leninismo. ¿Cómo se sostienen las dictaduras totalitarias? Pues infundiendo miedo. En Colombia quieren atemorizar a la población para que el Estado y la sociedad claudiquen, por eso buscan producirle sufrimientos a las personas y así utilizarlas como herramienta para satisfacer los instintos insanos de la élite comunista, a la que no le importa que su teoría sea exageradamente criminal, porque lo que le interesa es que se cumpla en la práctica.
Diosdado Cabello parece que es el que le da línea a Petro, porque está pidiendo que el pueblo colombiano este una y mil veces en la calle, cuando la camarilla chavista de Caracas debería estar solucionando sus catastróficos problemas con los seis millones de refugiados que hay en los países vecinos; y aquí hay que hacer un paréntesis para que se le muestre a nuestros jóvenes la situación que están viviendo los refugiados venezolanos en Colombia en donde tienen que pedir limosna para sobrevivir, habiendo muchos profesionales y allá pueden llegar los muchachos de Colombia, si siguen orientaciones políticas equivocadas como las de Petro y la llamada izquierda.
Es un contrasentido que Petro invite a los cacerolazos porque el origen de esta protesta fue en Chile en contra del gobierno comunista de Salvador Allende, a principios de la década de los setenta, protesta que hacían las señoras por el hambre a la que había condenado el régimen marxista al pueblo chileno, casi igual a lo que sucede actualmente en Venezuela, pero el excandidato presidencial colombiano es admirador de Allende y continúa aferrado a la dogmática marxista.
Como dice el refrán popular “zapatero a tus zapatos”, ya que Gustavo Petro no es ningún sindicalista, entonces no tiene que abrirle los ojos al presidente de la CGT, y la movilización realizada el pasado 21 busca reivindicaciones sociales y económicas para vastos sectores de la población, así que no se puede catalogar como un paro político, porque en el mundo actual los caminos de los movimientos sindicales y sociales no son los caminos de los partidos políticos, por ello hay que respetar la independencia y la democracia sindical, y ahí tenemos el ejemplo de la COB (Central Obrera Boliviana) que no fue apéndice del gobierno de Evo Morales, mostrando su autonomía frente al poder político; sin embargo Petro continúa con ese trasnochado esquema leninista acerca de que los sindicatos son correas de transmisión del partido.