El país está atravesando sin duda alguna una de las coyunturas más importantes de sus últimos tiempos, creo que las movilizaciones que se iniciaron el 21 de noviembre del presente año no tienen precedentes. Ver a la gente en las calles para exigir las transformaciones que el país hace mucho necesita nos hace llenar de esperanza.
Muchos al principio ni siquiera sabían por qué iban a marchar, el paro para muchas personas era abstracto en sus peticiones, pero el inconformismo al ver como por décadas han sido vulnerados los derechos y ver retrocesos en los pequeños avances que se habían dado en la búsqueda de paz, fue la motivación para salir a las calles a exigir al gobierno de turno que gobierne de cara a la ciudadanía, es decir que gobierne para las mayorías las cuales se ven limitadas en el goce de sus derechos.
Poco a poco fue tomando forma el paro y hoy cuatro días después de la primera manifestación, la claridad en cuanto al gran diálogo nacional toma forma respecto a las peticiones específicas que tiene la sociedad colombiana para poder por fin gozar de una vida digna o por lo menos tener mejoras y no seguir muriendo en la puerta de un hospital o que te cueste la vida para poder estudiar como el casos de Dylan, el joven que en Bogotá salió a protestar para exigir más oportunidades y que hoy se debate entre la vida y la muerte. Queremos cambiar las balas por los lápices y Dylan hoy es una motivación más para continuar en la búsqueda de la justicia social.
Hoy nos la estamos jugando por más cobertura en educación, por una pensión digna, por mejores condiciones laborales, por la defensa del medio ambiente, para que no asesinen a más líderes sociales, para tener energías renovables y quitarnos en la costa la nefasta empresa Electricaribe, nos la jugamos por la ética en la política, nos la jugamos por los que no tienen voz y aun por aquellos que nos critican por salir a marchar.
Presidente, dele apertura ya al diálogo nacional, donde deben estar incluidos todos los sectores sociales y políticos del país, también la Colombia humana, la cual sacó 8 millones de votos en la pasada jornada electoral y donde su líder es uno de los pocos dirigentes que están en las calles con la gente.
Que continúe sonando la cacerola, el pito, que se sienta el inconformismo y que mañana sea un día donde podamos decir cesó la horrible noche.
El país cambió.