Cuando un colombiano dice "Voy a Perú" por inercia entendemos que va a Machupicchu. La foto desde la colina junto a una llama y un gorro tejido en lana con la ciudadela inca de fondo es el cliché que Instagram se ha encargado de venderle al mundo sobre lo que es Perú. Solo hay que hacer el experimento de ver los resultados que arroja una búsqueda en Google Images sobre Perú para ser bombardeado por una lluvia de fotos de Machupicchu -todas tomadas desde la misma colina- y alguna que otra imagen de la Montaña de los Siete Colores. Por lo demás, es como si aquel país, de 1,285 millones de kilómetros cuadrados, no tuviera otro destino para mostrar en toda su extensión territorial.
Al norte de Perú hay una zona que tiene todo el potencial turístico para cautivar visitantes de la misma forma que lo hace el Cusco. Se trata de Chachapoyas, una región que se erige en el punto exacto donde la cordillera de los Andes se encuentra con la Amazonía. Aunque el paisaje es netamente montañoso la influencia de la selva se siente en la cultura y la comida. Para llegar hasta el pueblo de Chachapoyas es necesario tomar un vuelo desde Lima hasta Jaén y desde ahí son cuatro horas por tierra.
Por si fuera poco, en esta zona de Perú combina la historia se combina con la aventura. A poco más de una hora desde el pueblo de Chachapoyas se puede llegar a la fortaleza de Kuélap, una ciudadela arqueológica que albergó a la cultura Chachapoyas. Aunque todavía falta mucho por descifrar de esta ciudadela, se sabe que fue hecha, por lo menos, mil años antes que Machupicchu. Sin embargo, hay evidencia que pudo haber sido hecha antes de Cristo.
Por otra parte, quienes sean amantes de la naturaleza y las caminatas al aire libre pueden ir a Gocta, la tercera catarata más alta del Perú. Sus 771 metros de altura la convierten en una maravilla natural que es visible desde el pueblo de Cocachimba, ubicado cerca a Chachapoyas. Aunque el trekking de más de dos horas hasta la base de la catarata puede resultar desgastante para quienes no tengan buen estado físico, el esfuerzo se ve recompensado por las increíbles vistas que se ven en el camino. Se recomienda ir con impermeable y buenos zapatos.
A dos horas del pueblo de Chachapoyas está el Museo de Leymebamba, un sitio obligado para quienes deseen ahondar en la historia y misterios de la región. Aunque el museo alberga todo tipo de objetos que dan cuenta del paso de la cultura Chachapoyas por la zona, su principal atractivo es una colección de más de 200 momias humanas que fueron rescatadas en la Laguna de los Cóndores. Algunas de estas momias han sido llevadas a exposiciones en Asia y Europa. El mismo día que se visite este museo es posible pasar por los Mausoleos de Revash, que es técnicamente un cementerio Chachapoya que fue tallado en la pared rocosa de un imponente barranco. No en vano se trataba de una cultura que tenía la costumbre de enterrar a sus muertos en lugares altos.