Diferentes disertaciones sobre el amor y sus aristas lo ven como un tema poético, a veces científico o una cosquilla en el estómago. Todo depende del cristal con que se vea, como decía el poeta español Romeo de Campoamor.
Lo particular sobre el amor es que se piensa en todas las formas posibles. Los griegos como el caso de Platón, por ejemplo, lo pensaban desde un contexto histórico distinto al pensador francés J.P Sartre. Somos seres epocales, dependemos de la sociedad que nos rodea, la clase social, la geografía, religión, entre otros.
Pareciera que el amor tiene que ver con el poder, por que en cada roce humano existe una voluntad de poder o dominación y se establece esa relación sujeto-poder. ¿Pero se debe pensar al amor en este plano? Diría que sí, pero como una clase de amor anómalo que no representa su pureza sino que se vuelve comercial, en el sentido de que se ejerce un control sobre el otro y se cobra un interés alejado a su esencia.
También se le piensa como una cuestión reproductiva, como si la ciencia moderna con sus avances tecnológicos no sustituyera esta calidad. En la sociedad actual se ve en la clonación y la inseminación artificial una salida al modelo de familia occidental. Luego entonces, si no es un tema reproductivo o de poder, ¿desde dónde lo pienso?, ¿será desde la sutileza del poeta o hasta esa idea se debe deconstruir?
Cuando pienso al amor, lo pienso desde la pérdida. Un dejar de ser para penetrar en otro mundo y entregarme sabiendo que todo puede caer. Sustituir o intentar suprimir cualquier contenido para encajar en el modelo de ser que alguien desea, por lo tanto se ejerce un poder que domina cada movimiento. Cuando el uno se encuentra con el otro que cree ser su vida entera no se piensa que ese sujeto está sujetado. Expreso esa limitación como lo que cada uno es, interpretando el mundo desde sendas concepciones donde las situaciones vividas nos enseñan a reaccionar a ciertos actos de forma prevista, eso hace a una persona particular. Así, también está la idea de a quién amar y cómo quiero que sea, pero cuando no encaja ese modelo de persona o sujeto, entro a dominar e intentar transformar.
La locura de amar es por lo tanto un acto desbordado de compasión por el otro que muestra su debilidad, pero aún así y contrariando toda lógica en la naturaleza humana, no accedemos a poseer o dominar, sino que por el contrario perdemos cuando una fuerza, quizás metafísica, nos domina y quedamos sin hacer nada. Nos entregamos al ser del otro siendo conscientes de que vamos a dejar ser.