Las marchas son instrumentos espontáneos de carácter democrático de una nación que busca apoyar o repudiar una política del Estado. Con ellas se pretende (también) respaldar o negar la acción de un gobernante. Y sirven igualmente para que un sector excluido de la sociedad solicite su inclusión.
Generalmente las marchas son pacíficas. Unen a un país. No lo dividen. Tienen un propósito altruista. Un solo espíritu acompaña a los convocantes y convocados. Pueden ser pequeñas o multitudinarias. De grandes aspiraciones o de ínfimas reivindicaciones. Son vistas con respeto y admiración. El líder o el grupo colegiado que está al frente de la marcha lo hace sin agenda escondida, pese al valor político que representa la misma.
Cuando un pueblo decide marchar, el alma de la nación es la que se expresa y lo hace porque sus fibras más sensibles han sido ofendidas por actores que ponen en peligro la subsistencia de la tribu.
Hay marchas heroicas, como la que hace poco se hizo en palestina (octubre 2019), no para protestar contra Israel, sino contra las autoridades políticas y contra el Hamas por su gobierno despótico, excluyente y corrupto. Marchas valientes, como las que hicieron Colombia y España contra las Farc y la Eta, respectivamente. Las marchas por la dignidad contra el apartheid en Sudáfrica y la igualdad de lo afroamericanos en Estados Unidos. Marchas pacíficas, como las de Gandhi en la India. Y también están las marchas vergonzosas, las que hacía Hitler para presumir su poder militar y racista. O las que organizaba Saddam Hussein para celebrar su cumpleaños.
La marcha de mañana será una marcha verdaderamente sui generis. Única. No tiene el apoyo mayoritario de la nación. Aunque sea multitudinaria no significa que sea exitosa, pues comenzó fragmentada. Atomizada. Y no por culpa de la derecha sino por las motivaciones que la inspiraron.
Colombia tiene un millón de razones para protestar, pero si quienes la convocan descalifican a sus opositores con fuertes epítetos, incluyendo matoneo y encapuchados a bordo, entonces eso no es protesta sino una ingesta partidista.