Estando ad portas de la gran marcha nacional, convocada inicialmente por los grandes sindicatos y las centrales obreras del país, pero que ha terminado siendo secundada y apoyada por los estudiantes, los artistas, la iglesia católica y muchas otras instancias de la sociedad civil, y que va a ser realizada el próximo 21 de noviembre, aunque haya estado siendo bombardeada por una enorme cantidad de falsedades y mentiras, para con ellas tratarla de torpedear, mancillar y desvirtuar; los colombianos en general debemos estar firmes, y convencidos, que en ella se están jugando muchas razones y verdades de peso, que hasta el día de hoy nos han tenido sometidos y subyugados a un sistema político descompuesto y desvergonzado, representado éste por muchos partidos y movimientos políticos, integrados éstos, a la vez y en su mayoría, por personajes de todas las calañas, que se hacen pasar por políticos consumados y dedicados, pero que todos sabemos provienen de castas políticas y de unos grupos delincuenciales camuflados de legalidad, que se han apoderado del Estado, de sus instituciones y de su erario, y de las inversiones que con él nos pueden, y nos deben, sacar del atraso social en que nos mantiene esa clase política corrupta y violenta.
Dependiendo de lo masivas y multitudinarias que sean todas las marchas, en las principales ciudades del país, así será de fuerte el mensaje de hastío, de rechazo y de reclamo que se les dará a esas clases políticas y al actual gobierno, que de manera irresponsable e injusta han venido y vienen acentuando la inequidad social y la propia violencia y corrupción, agobiando con sus malos manejos y con sus erróneas políticas a las clases trabajadores en general y a las menos favorecidas, en beneficio de los más pudientes, del sistema financiero, de los grandes industriales, comerciantes y en general de los privilegiados, repitiendo como un mantra un sartal de mentiras (desde que persiguen el bienestar social, hasta que buscan sin denuedo la generación de empleos, y de otros asuntos parecidos) cuando realmente están reforzando un esquema de explotación laboral y de menoscabo de la seguridad social de unos Estados sociales de derecho, que se habían alcanzado luego de mucho tiempo y de muchas luchas, intentando y logrando con ello reversar unos avances evolutivos de las diferentes sociedades y de los propios Estados, promovida esta arremetida por un movimiento mundial que patrocinan los grandes capitales y poderes, para desmedro de las mayorías.
De este tipo de problemas se derivan y se generan los fundamentos de las de protestas y de los movimientos sociales, amparados por la Constitución y las leyes, porque sirven de herramientas para canalizar la insatisfacción social, siendo por ello que las marchas son una necesidad pública que, aunque imperiosamente deben ser pacíficas, igualmente deben ser multitudinarias para sentar precedentes y posiciones de los sectores sociales menos favorecidos e inconformes.