El próximo domingo, 25 de mayo, Colombia está convocada a las urnas para decidir quién llevará las riendas de este país durante los próximo cuatro años u ocho si las cosas siguen como van.
En medio de una campaña saturada de odios, señalamientos, escándalos, acusaciones mutuas y que se ha caracterizado por la falta de propuestas, se encuentran cinco candidatos, que no han logrado enamorar a las mayorías y por el contrario han alejado a esas nuevas voces de las ciudadanías activas que no encuentran en este abanico una propuesta atractiva, contundente y que realmente represente el cambio, esa transformación social que tanto añora la sociedad.
Si bien es cierto que la única propuesta alternativa es Clara López la candidata del Polo, partido de izquierda, nadie puede olvidar que fue la Secretaria de Gobierno de la Bogotá Positiva que desangró a la capital en cabeza del alcalde Samuel Moreno; a pesar que en ninguna declaración está ella involucrada, diferentes voces han mencionado a su esposo Carlos Romero, un viejo dirigente de izquierda, que se ha caracterizado por su práctica clientelista; y como dicen muchos: “es difícil estar en una piscina y no salir mojado”, además de contar con personas como Robledo que son de indudable valor para la democracia pero que está estancado en la historia y le habla a un sector del país, a la izquierda radical.
Por otro lado está Enrique Peñalosa, un hombre que en sus diferentes campañas electorales ha tenido acuerdos con los que representan el establecimiento y las viejas formas de hacer política; en su campaña a la alcaldía de Bogotá donde se enfrentó a Samuel Moreno tuvo como padrino a German Vargas, en la campaña que enfrentó a Gustavo Petro bailó y le cargó el parlante al expresidente Álvaro Uribe, lo que para muchos lo gradúa como un politiquero de poca monta, a pesar que es precisamente lo que tiene como carta de presentación, diciendo que él no es un político tradicional. Hoy al lado de personas valiosas como Claudia López y Carlos Vicente de Roux afirma que no realizará acuerdos politiqueros con nadie; pero con cada declaración que da a los medios de comunicación pone en la cuerda floja esta postura, es un candidato que hace recordar al grupo de rock Chileno, Los Prisioneros, cuando cantaban: “Nunca quedas mal, quedas mal con nadie”.
En la otra esquina está lo que representa el continuismo rotundo de las políticas neoliberales, sin decir que los otros dos no lo sean, tres candidatos que son hijos del mismo proyecto político: Martha Lucía Ramírez candidata del Partido Conservador y Ministra de Defensa de Uribe, no cuenta ni siquiera con el respaldo de los congresistas de su propio partido, lo que habla muy bien de ella, pero en su afán por ser no ha permitido descubrirse ella misma; también está Oscar Iván Zuluaga, el candidato del expresidente Uribe y su Ministro de Hacienda, que representa y trae en sus espaldas los ocho años que más han llevado a Colombia a la violación de Derechos Humanos y donde mayor represión a la protesta social; y para completar el circo electoral está Juan Manuel Santos, Ministro de Defensa de Uribe, continuista de las políticas económicas y agrarias en su gobierno, y quien a pesar de sumar cada día más sectores a su campaña, incluso una parte del sector del actual Alcalde de Bogotá, está estancada y con visos enormes de ir como el tango de Gardel: “Cuesta abajo en su rodada”.
El domingo los colombianos podremos cumplir con nuestro derecho y nuestra obligación de elegir el próximo presidente, y ante la escases de propuestas, ética, decencia y coherencia, unas elecciones que han manipulado la necesidad más grande de los colombianos como es alcanzar la paz, muchos no vemos otro camino más que ir a las urnas y marcar la casilla del “Voto En Blanco”; para recuperar la dignidad, para demostrarle a todos esos sinvergüenzas, tomando las palabras de Fernando Vallejo, que podemos hacer una Revolución Ciudadana.
@GaboBenavidesB