Este jueves 21 de noviembre es el Día Mundial de la Filosofía. Aunque su celebración viene desde 2002, solo hasta el 2005 la Unesco declaró oficialmente el tercer jueves de noviembre como el Día Mundial de la Filosofía. El propósito fue, y sigue siendo, destacar la importancia que tiene esta disciplina en la estimulación del pensamiento, en la formación del juicio crítico y en la generación de alternativas para comprender mejor el mundo, aparte de buscar que los jóvenes se interesen por ella, fuera del contexto de las aulas.
Es una fecha poco conocida y poco celebrada, pero no la hace menos importante, sobre todo para quienes de alguna manera intentamos hacen filosofía o ejercen la cátedra.
Cuando por primera vez leí o escuché que “todo hombre es filósofo por naturaleza”, inició mi atracción por la filosofía. Fue el primer reto que la ignorancia le planteó a mi capacidad de abstracción, fue lo primero que aprendí de aquellas gastadas clases de filosofía en el bachillerato y que luego medio comprendí en el tránsito por la universidad. Hoy, cargado de años y más reflexivo ante el conocimiento, sigo considerando esta frase como la puerta de entrada al mundo de la filosofía. Primero porque es una verdad comprensible con sólo una mirada sintáctica; y segundo, porque desmitifica la naturaleza de la filosofía, considerada por muchos como algo extraordinariamente inútil, como retórica insustancial y para nada práctica, entre otros calificativos inmerecidos.
¡Cuántas calumnias se han inventado contra la filosofía! ¡Cuántas necedades se dicen! ¡Cuántos ataques ha sufrido! Hasta se ha propuesto eliminarla del bachillerato como asignatura. Pero sigue ahí. Incólume. Sigue siendo una de las disciplinas más antiguas y una de las que más ha aportado a la interpretación de las sociedades y a la sistematización del conocimiento, inclusive sus aportes a la ciencia son innumerables, además de innegables, toda vez que muchos de los grandes hombres de ciencia en épocas pasadas fueron, ante todo, filósofos. Muchos de las teorías científicas que generaron la especificación de las ciencias actuales, surgieron a partir de reflexiones filosóficas sobre el cosmos, la naturaleza, sus leyes, pero especialmente sobre el hombre, como ser multidimensional. Así que, a diferencia de lo que piensan sus detractores, hay y habrá filosofía, sencillamente porque el hombre necesita de ella, está en ella y la lleva por dentro. Es filósofo por naturaleza.
Hablar de filosofía no es lo mismo que hacer filosofía, al igual que ser filósofo no es lo mismo que ser profesor de filosofía, aunque siendo lo uno puede llegar a ser lo otro. En mi tarea como profesor de filosofía sin ser filósofo, muchas han sido las circunstancias que me han hecho pensar que gran parte del rechazo hacia ésta, como asignatura, la tenemos quienes tratamos de hacer que los jóvenes la aprendan y, lo más importante, que la asuman como una posibilidad para explicarse lo que ellos mismos son y hacen. Considero que parte del problema es metodológico y didáctico, otro tanto tiene que ver con el diseño curricular; inclusive se puede decir que también le cabe responsabilidad el hecho de ser una disciplina fácilmente ideologizable, aparte de que muchas veces las mismas instituciones educativas no la consideran asignatura de “peso”. A pesar de todo, se logran resultados altamente positivos desde la perspectiva académica y en la formación integral de los estudiantes que, de algunas manera terminan haciendo reflexiones filosóficas de calidad, lo cual contribuye a fortalecer su criterio, al tiempo que aprendan a hacer argumentaciones propias sobre temas diversos, especialmente sobre los que atañen a su propia vida.
En la época actual, donde la tecnología representa la más destacable adoración del hombre, es más difícil hacer filosofía pero al mismo tiempo es más necesario. Es cuando más necesitamos de profundas meditaciones y reflexiones que nos den respuestas a los interrogantes de la posmodernidad. Es importante el aporte de cualquier disciplina de carácter humanístico, y más la filosofía y la ética, porque representan una visión no instrumentalizada de la realidad que vivimos. En esta época de nativos digitales, generación Y, millennials, de técnica y tecnología, de hedonismo y neoliberalismo, de lo mediático y los esotérico, de la lectura digital, donde los nuevos dioses son los deportistas y los artistas, cobran importancia muchos de los principios y planteamientos de los grandes filósofos del pasado, porque su pensamiento no caduca y porque los problemas siguen siendo los mismos, pero con diferentes actores, manifestaciones y circunstancias. En este momento de su historia, el hombre necesita de la filosofía, aunque no sea consciente de ello y aunque siga creyendo que no es filósofo por naturaleza.
Como persona cercana a la filosofía he logrado incluir en mi haber cognitivo algunas precisiones conceptuales, principios, frases y consideraciones que me han ayudado a construir, dentro de la mayor libertad ideológica, una actitud propia hacia el mundo y la filosofía. Como resultado de ello, señalo a continuación algunos puntos que considero claves a la hora de filosofar, con los cuales me identifico, tal vez parafraseando a algunos filósofos conocidos como Fernando Savater y José Ignacio Moreno:
- La filosofía es de todos pero no para todas las personas.
- Las cosas no son como yo quiero que sean, sino como realmente son. Y son inevitables.
- Mi opinión es solo eso, una opinión y no la verdad, aunque conozca la verdad.
- El mundo y yo somos compatibles, pero yo busco entenderlo, no destruirlo.
- El ser humano es la parte que menos entiendo de la cosmología universal.
- El asombro me proporciona la pregunta y la razón me proporciona la explicación.
- Los temas sobre Dios y sobre la fe, no los discuto con nadie. No personales.
- Aun no sé cómo es el conocimiento pero sí tengo claro para qué sirve.
- Me atrae la personalidad filosófica de Sócrates pero soy un aristotélico que busca entender a Kant para poder leer a los filósofos contemporáneos y comprender el mundo actual.
- Trato de hacer filosofía porque, al igual que la poesía, tranquiliza mi espíritu.
Esa misma experiencia me ha facilitado identificar algunos mitos relacionados con la filosofía, que surgen por desconocimiento y especulaciones que se hacen sobre algunos temas. Estos mitos son:
1. Los filósofos son ateos. Es falso. La mayoría de filósofos de la historia fueron y son creyentes. Son los filósofos los que han hecho las mejores argumentaciones y explicaciones sobre la Teología y la existencia de Dios.
2. Hacer filosofía es repetir lo que dijeron los filósofos. No. Hacer filosofía es hacer profundas reflexiones sobre los temas más trascendentales del universo, el hombre y el pensamiento, entre otros.
3. Filosofar es hablar mucho. Absurdo. La filosofía es concreta y definida en su objeto de estudio y en sus conceptos.
4. Los filósofos son locos y desgreñados. Nada más irreal. Como en todas las profesiones y oficios, hay personas sistemáticas, organizadas y rígidas, y hay otras que sobresalen por lo contrario.
5. La filosofía es algo etéreo y alejado de la realidad. Al contrario, ¿será irreal pensar en la naturaleza humana, estudiarla? ¿el origen del conocimiento? ¿las acciones del hombre? ¿la ética y la moral? ¿el futuro de la humanidad?
6. Leer a los filósofos antiguos no tiene sentido. Discutible. La historia del conocimiento se ha construido a partir de la crítica o del desarrollo de teorías expuestas en épocas pasadas.
Fernando Savater sostiene que la filosofía es una ocupación humana, una reflexión sobre el sentido general de la existencia, sobre el porqué de las cosas. Consiste en comprender y explicar la vida y decir cómo vivir mejor.
