En esquinas opuestas los estudiantes discuten sobre el potencial de seleccionar embriones basados en sus características genéticas. Jueves 7 de noviembre: fin de la clase y fin del curso. Sin embargo, la discusión trasciende las aulas y reaparece allí fuera de la academia, a donde pertenece, entre la gente y la realidad.
La biología sintética en Colombia es un área en continuo crecimiento con un alto potencial de convertirse en una alternativa de solución a un gran número de problemas ambientales, sociales y de salud en el país. El número de cursos universitarios e investigadores trabajando en esta área ha aumentado considerablemente, ¿pero qué sabemos realmente de esta tecnología?, ¿cuánto conocemos de su impacto?, ¿qué tan lejos estamos de poder realizar experimentos sencillos en nuestras cocinas mediante el movimiento de biohackers en Colombia?, ¿nos sentimos éticamente preparados para esto?
A comienzos del siglo pasado, Corrents, De Vries y Tschermak redescubrían los estudios de Mendel con relación a los patrones de la herencia genética, y medio siglo después, el ADN era reconocido como la molécula responsable de cargar la información hereditaria de cada ser vivo. No es por tanto sorprendente, que hoy menos de 70 años después del descubrimiento de la estructura tridimensional del ADN, contemos con herramientas de ingeniería genética de alta precisión, capaces de modificar el ADN como si fueran fichas de lego y ensamblar así sistemas biológicos complejos inexistentes en la naturaleza, en una nueva área del conocimiento llamada biología sintética. Mediante su aplicación hemos logrado producir un gran número organismos modificados genéticamente capaces no solo de ser más tolerantes a plagas, sino también capaces de funcionar como biofábricas para la producción de un gran número de medicamentos como la insulina, la vacuna contra la hepatitis B, antimaláricos y antibióticos.
Lo que antes nos llevaba milenios para seleccionar características “idóneas” en diferentes organismos hoy fácilmente nos podría tomar un par de meses. Este salto tecnológico ha avanzado más rápido que la discusión apropiada sobre sus repercusiones ambientales y las bases éticas para su implementación. En los últimos años un movimiento ha surgido en varios países enfocado a llevar todas estas herramientas biotecnológicas a personas del común, con la intensión de socializar el conocimiento científico, romper los miedos a estas tecnologías y permitir la experimentación responsable directamente en la cocina de las casas. Lamentablemente, este movimiento, conocido como biohacking, en muchos casos se ha convertido en un instrumento para el uso irresponsable de estas tecnologías mediante la autoexperimentación de tratamientos no evaluados con rigurosidad científica y el desarrollo de un mercado de kits de experimentación orientado a pacientes con enfermedades crónicas, quienes encuentran en dicha comunidad alternativas de tratamiento hasta el momento inútiles.
El movimiento de biohacking en Colombia es relativamente joven. Hasta elmomento los biohackers colombianos han estado comprometidos con la divulgación, la cocreación y la educación responsable como ejes centrales para democratizar la ciencia. Es por lo tanto el momento ideal para invertir el curso común del biohacking que se ha observado en otros países. Es el momento de hacer un biohacking responsable, consciente de la relevancia de una discusión ética profunda entre académicos, biohackers y todos nosotros. Es el momento de salir del aula, de permitirnos ser un ejemplo de democratización de la ciencia responsable para el mundo. El objetivo de esta columna es invitarlo a usted, el biohacker experto, el biohacker en formación, el aficionado por la ciencia, el lector curioso, a ayudarnos a construir las bases éticas y legales para el uso de estas herramientas tecnológicas en el país. Sea usted bienvenido a hacer parte activa de esta revolución.
