En una encrucijada, así es como se encuentra Colombia en estos días de elecciones, días en los que escándalos, palabras fuertes, citaciones a la fiscalía entre otros corren y corren buscando que los Colombianos decidan sobre el destino de un país que lleva décadas desangrándose, entre Guerrilleros aliados con el narcotráfico y líderes políticos defensores de sus propias ambiciones.
Con un panorama así, ¿Qué le espera a los millones de colombianos que buscan desesperadamente, soluciones a temas como la Salud, el acceso a servicios públicos, a empleos formales e incluso a educación gratuita y de calidad? Muchas son las respuestas que tienen los candidatos a la presidencia, pero para los medios de comunicación son solo dos: la guerra o la paz, o como lo decía la Silla Vacía en una de sus últimas publicaciones: el plebiscito para el regreso de Uribe al poder.
¿En qué momento llego el país a estas simplistas divisiones? Decir que fue el momento en que Uribe declaro su abierta oposición a Santos sería ingenuo, después de vivir cerca de 200 años de bipartidismo, pero lo que sí es seguro es que ahora se ha impuesto la imagen del caudillo, el “salvador”, quien le traerá paz (negociada o con seguridad democrática) al país, una idea que a pesar de todas las encuestas me he negado a aceptar, no por la triste realidad en el panorama electoral, sino porque creo que las alternativas existen e intentan a gritos llamar la atención.
Mucho es lo que se puede escribir de las fallas en las campañas de Peñalosa, Clara López, o Marta Lucia, pero lo que sí es claro es que estas han sido desplazadas por discursos álgidos, controversiales y que lo último que buscan es hablar del futuro del país.
Las personas, haciendo fiel cumplimiento a la elección racional, no ven beneficio alguno en revisar las propuestas de candidatos, cuando solo dos tienen posibilidades de ganar, no lo ven y además los medios de comunicación no les han querido ayudar. Otros tomando la Política como un espectáculo, un juego, un entretenimiento para hablar en las cafeterías, buscan aliarse con uno de dos bandos, a la espera de estar en el ganador, y preocupados por la manera de hacer política de un sector de Gobierno ocho años y otro que lleva casi cuatro decepcionantes años en el poder, la pregunta lógica sería: ¿Merecemos otra opción? ¿No deberíamos buscar en las alternativas, a algo diferente a este mar de señalamientos y juegos sucios?
Mi respuesta, aunque para algunos idealista, irreal, o utópica, es ¡SI!, si merecemos algo mejor, Colombia es más que este ridículo espectáculo de chuzadas, financiamientos ilegales, y palabras controversiales, los medios le deben al país más debates, le deben al país la priorización de las propuestas en medio de los escándalos.
Los candidatos y sus aliados inmersos en el lodazal nos deben explicaciones, nos deben la verdad ¿Así seguirán Gobernando el país cuatro años más?, ¿Además del proceso de paz, que otras diferencias hay en la estructura de sus propuestas? Se sorprenderían al revisarlo.
Yo por mi parte, ya tengo candidato, y no es ni el Uribismo, ni el Santismo, ni mucho menos el voto en blanco (por ahora), será quien yo consideró está a la altura de los líderes que este país necesita, responsables, luchadores, perseverantes aun ante la indiferencia de los medios, y le aconsejo a quienes lean esto, que hagan lo mismo, busquen de entre quienes quieren una política distinta, y les garantizó que si los hay. Claro que no existe el candidato perfecto, pero al menos mejores, a los que buscan en el todo vale, perpetuarse o vengarse en el poder.
