La Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, de la Universidad Javeriana, es un sitio ideal para trabajar, estudiar o leer. Como egresado de la universidad soy usuario frecuente de la biblioteca. Los fines de semana me gusta ir a editar fotos para mi cuenta de Instagram en la moderna sala del piso 2 donde hay computadores Mac con toda la suite de Adobe.
Cuando llego lo primero que hago es abrir una ventana en el navegador y digitar "photos.google.com" para acceder al archivo fotográfico que tengo en Google Drive. El pasado fin de semana, al hacer lo anterior, la pantalla gigantesca del Mac se llenó con fotos de una señorita mostrando sus pechos al aire y sacando la lengua en poses bastante comprometedoras. Al bajar por el archivo que se había abierto el contenido no era más recatado; había más fotos sugestivas y alguno que otro vídeo en situaciones íntimas con un caballero. Teniendo en cuenta que yo no voy a la biblioteca a ver porno procedí a cerrarle la cuenta de Google a la chica de nombre Valentina y a abrir la mía para editar mis fotos.
No es la primera vez que por descuido ajeno termino en la cuenta de un estudiante que usó un computador antes de mí. Aunque no había visto material tan explícito sí había visto fotos —y conversaciones de WhatsApp— bastante íntimas que ciertamente no son para que estén en una biblioteca al alcance de cualquiera. Gracias a los usuarios de la Biblioteca Alfonso Borrero Cabal he visto penes, senos, colas tanto en chats de Whatsapp como en archivos de Google Photos. Y lo peor del caso es que todo ha sido sin buscarlo; por simple descuido de sus propietarios.
La gran conclusión que me deja esta experiencia es que desconocemos la existencia de Google Photos. Pienso que ninguno de los estudiantes que dejan su cuenta de Gmail abierta en un computador público es consciente de que Google hace una copia automática de todas las fotos y vídeos que tengamos en nuestro celular. Es decir, hay gente que tiene todo un archivo fotográfico en Google Photos y ni lo sabe. En dicho archivo puede haber vídeos y fotos porno porque aunque se borren del celular quedan en la cuenta. La misma que van dejando abierta en computadores de uso público. Hago un llamado para que si alguien que está leyendo esta nota tiene la costumbre de grabarse o fotografiarse en situaciones íntimas —lo cual es tremendamente normal hoy día— revise su Google Photos y sea consciente de lo que tiene ahí. Para acceder solo hay que digitar "photos.google.com".
La razón por la cual hago esto público es porque al decirlo le estoy haciendo un favor a la comunidad estudiantil tanto de la Javeriana como de cualquier otra universidad donde hay jóvenes calenturientos con delirio de estrellas porno. La chica que dejó su cuenta de Google abierta en el computador que usé fue muy afortunada de que haya sido yo quien la vio. Otro en mi lugar hubiera mandado todo el material directo a Youporn o, peor aún, la hubiera extorsionado enviándole mensajes al Gmail que dejó abierto a cambio de no reenviar todo el material a su lista de contactos.
La otra gran conclusión es que cada vez hay menos respeto por lo íntimo. No estoy diciendo que esté mal grabarse o fotografiarse en dichas situaciones. Pienso que cada quien puede vivir su sexualidad como le dé la gana. El problema es que quien haga eso debe ser supremamente cauteloso con dicho material. Y lo malo no es grabarse, lo malo es que se filtre y afecte nuestra vida. Es como si no aprendiéramos del drama que vivió Luly Bossa por cuenta de un vídeo íntimo. En España recuerdo la noticia de una madre que se suicidó porque se filtró en su trabajo un vídeo porno que grabó cinco años atrás con una ex pareja. Ella misma lo envió a un grupo de Whatsapp con sus compañeros por error.
Por último, quisiera decir que me sorprende cómo la digitalización de la sociedad afecta nuestras formas de relacionarnos, de construir amistades y hasta de tener sexo. No recuerdo que hace cinco años, cuando todavía era estudiante de la Javeriana, estuviera tan fuerte la costumbre de mandarse imágenes privadas. Quizá puedo sonar como un abuelo diciendo esto pero en todo caso no dejan de sorprenderme las cosas que uno se puede encontrar en un chat de Whatsapp o un Google Photos de un universitario hoy día. Por cierto, todo lo anterior lo he visto en cuentas de señoritas.
Por @enriquecart