El gobierno Duque con el más bajo apoyo desde que inició su período, 26 %, y el segundo más bajo de todos los presidentes desde Samper, se enfrenta a un momento muy crítico de su administración. La salida forzada del ministro de Defensa y el terrible episodio que fue el último de sus errores que han cobrado vidas, se agrega a toda una serie de problemas que generan actualmente un profundo desasosiego en el país. Un elemento muy serio es que hay indicios claros de que el presidente Duque no es consciente de lo que sucede con su administración y parece tener una concepción muy errada de cuales son realmente los problemas que enfrenta. Hará historia en su contra la triste respuesta en día de la caída de mindefensa,"¿De qué me hablas, viejo?" ante la pregunta del periodista esta situación.
Lo primero que debería hacer este gobierno es mirar objetivamente el escenario actual. La situación del Cauca necesita encontrar salidas reales y una de ellas es el diálogo con los indígenas a los cuales no se les pueden imponer soluciones ni salir a descalificarlos de entrada. Más indígenas asesinados; más muertes de personas en esta zona del país se puede convertir rápidamente en un profundo malestar nacional que ya existe por el asesinato de líderes sociales que ha desbordado al gobierno. Paz en el Cauca tiene que ser una prioridad para su administración.
Lo segundo es entender muy bien el malestar que existe en la población universitaria del país. Para calmar a los estudiantes el gobierno les ofreció grandes cantidades de recursos que como era de esperar esa oferta no se ha convertido totalmente en realidad. Por ello estos movimientos nacen en la universidad pública y han encontrado la solidaridad de la universidad privada. Tratar de frenar estas manifestaciones amenazando con el Esmad, es echarle leña al fuego, algo que en estos momentos sería catastrófico tanto para el presidente Duque como para el país.
En vez de seguir de foro en foro convencido de que así se gobierna un país
y rodeado de personas que no le dicen la verdad,
el presidente debe aceptar que un paro nacional es supremamente peligroso
Lo tercero y probablemente lo más complicado es el anunciado paro nacional para el 21 de noviembre. En vez de seguir de foro en foro convencido de que así se gobierna un país y rodeado de personas que no le dicen la verdad, el presidente debe aceptar que un paro nacional en estos momentos es supremamente peligroso. Acercarse a sus organizadores, entender sus demandas y sobre todo demostrarle al país que sí está conectado con la compleja realidad que se vive actualmente en Colombia, es un esfuerzo imprescindible de su parte y de su gobierno. Ya el Congreso sabe que le puede ganar la partida fácilmente y que su partido no le está aportando sino problemas, de manera que convocar a esas fuerzas que ha subestimado es un ejercicio impostergable. Muchos de los sectores que no lo apoyan se reunirían con usted si se compromete a replantear la agenda de gobierno y se decide a apoyar el Acuerdo de Paz; si muestra soluciones reales para frenar la crisis de seguridad que tiene Colombia, lo que frenaría los asesinatos de líderes sociales. Pero para ello necesita rodearse mejor y no seguir nombrando gente de segundo nivel para manejar temas complejos.
Sin duda lo más importante es replantear sus prioridades lo que lo llevaría a un profundo cambio de varios miembros de su gabinete y salir de personas tan funestas sin costo político como Luigi Echeverri. Además el nuevo mindefensa es clave y muchos de los que suenan para ese cargo son de la línea del fracasado Botero. Una equivocación en ese nombramiento le va a crear serias dificultades. Necesita además ser una persona que reorganice las Fuerzas Militares y probablemente sacar a varios de los que han salido inmunes del caso del asesinato de los 8 niños en la operación del Caguán.
Mejor dicho presidente Duque, está usted en el momento más complicado de su gobierno y de la forma como lo supere depende la recuperación de la gobernabilidad que está en su punto más bajo. Ojalá empiece por aceptar esta compleja realidad que enfrenta.
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